Las emociones del recién nacido: de la risa al llanto

Las emociones son uno de los terrenos más complejo en el que nos movemos los adultos, hay situaciones que se nos escapan de las manos y otras que no acabamos de controlar, precisamente porque están en juego todo tipo de emociones. Si eso nos pasa a los mayores, que llevamos ya años lidiando con ellas, hay que entender que los bebés no sean capaces de controlar lo que sienten y se dejen llevar completamente por sus emociones, por lo tanto no nos debe extrañar que igual que lloran desconsoladamente al minuto estén tranquilos y sonrientes.

Los bebés no tienen más formas de comunicación que su risa y su llanto, siendo este último el más atendido por parte de sus padres y por lo tanto el que aprenden a utilizar antes.

Cuando están cansados, tienen hambre o están molestos recurren a él, es su forma de manifestar tanto lo que sienten como su malestar físico. Al darle de comer, abrazarlo, hacerle caso o cambiarle de ropa ese llanto quedará en el olvido y el bebé volverá a estar feliz, dado que sus emociones se manifiestan con mucha intensidad y frecuencia.


Para el recién nacido incluso separarse 10 segundos de su madre puede hacerle llorar


El recién nacido no conoce todavía el mundo que le rodea, no entiende que su madre volverá a darle de comer o que sus abrazos son permanentes, por eso al principio llorará cada vez como si fuera la última. Poco a poco según vaya madurando aprenderá a tranquilizarse y por tanto gestionará mejor sus emociones, y por ejemplo, no montará un escándalo cada vez que tenga hambre.

El hecho de acudir a su llamada hará a su vez que el bebé comprenda que sus padres están ahí y por tanto se sentirá seguro y confiado sin tener que poner en juego siempre todas sus emociones. En este sentido es importante que los padres atiendan al niño también cuando no llora. Parece que el niño se comunica solo con nosotros cuando llora, hay que atenderlo, pero no hay que descuidar el resto de momentos solo porque esté tranquilo, si lo hacemos así estamos precisamente reforzando ese llanto.


Siempre hay que disfrutar el momento: es único e irrepetible


Se trata de aprovechar también esos momentos de tranquilidad y risas, con el objetivo de buscar una comunicación positiva. Cuando se muestra activo y receptivo es la ocasión para estimularle con coloridos juguetes, sonajeros o cantándole canciones. Otro momento es aquel en que se acaban de despertar, podemos saludarle, hablarle tranquilamente y acariciarle, buscando el contacto visual. Si tiene sueño no es momento de mucho juego pero sí de acunarlo y propiciar que esté relajado.

Estas son formas de ayudar al niño a gestionar sus sentimientos, se trata de conocer en que estado emocional se encuentra y acompañarlo, tanto si se trata de momentos positivos como negativos. Así poco a poco irá comprendiendo a través de nuestro comportamiento como se siente y acabará por controlar por si mismo las muy diversas emociones que va a sentir en esta primera fase de su vida.