Cómo educar la empatía y la perseverancia a los hijos

Entender los sentimientos de los demás y no rendirse ante las dificultades son dos de las cualidades que cualquier padre quiere para sus hijos. Para fomentar la empatía y la perseverancia es necesario trabajar con ellas e inculcarlas a los niños desde que son pequeños.

En función de la personalidad del niño este trabajo será más o menos sencillo, hay niños muy sensibles en lo que a los sentimientos del resto se refiere, otros no aceptan una negativa por respuesta.

No se trata de ver estos rasgos como debilidad o cabezonería sino como un potencial que bien llevado hará que nuestros hijos desarrollen dos de las cualidades más importantes en una persona.


La empatía en los niños


La empatía es de forma sencilla conectar con los sentimientos de los demás, saber que nuestros actos tienen influencia en el resto de las personas y que podemos herirlas o hacerlas felices. Que el niño sepa esto es importante para que establezcan relaciones interpersonales ricas y plenas.

Desde muy pronto los niños son capaces de percibir que sus acciones influyen en el resto además se muestran muy sensibles a los sentimientos de sus seres próximos. Un ejemplo claro de la predisposición de los pequeños a comprender a los demás lo encontramos en las guarderías, en el momento en que uno empieza a llorar el llanto se va transmitiendo de unos a otros. Muchos dirán que es una cuestión de imitación, pero el caso es que lloran porque uno de ellos lo hace, lo que muestra una total conexión con sus sentimientos. Pasa igual con la risa, es sumamente contagiosa. Hablamos de emociones básicas pero que desde pequeños nos conectan.

Según crecen los niños aprenden a controlarse y se centran en si mismos, es un proceso natural pero los padres no deben dejar que se descuide ese ponerse en el lugar de otro. Para ello deben verbalizar sus emociones haciendo partícipe al niño de ello e invitándole a que haga lo mismo, cuando hace algo mal se le debe hacer saber que con ese acto ha hecho daño a la mamá o al papá, incidiendo más en la parte emocional que en el hecho en sí. Del mismo modo si se siente herido debemos escucharle y dejar que se exprese sin quitar importancia a lo que le pasa, debemos ser los primeros en ponernos en su lugar.


La perseverancia en los niños


En lo que respecta a la perseverancia el objetivo es que el niño no se rinda ante el primer obstáculo que encuentre. El papel de los padres en este caso será animarle a continuar a pesar de los fracasos. Se pueden plantear fórmulas distintas, intentarlo de otra manera o dejar pasar un tiempo para evitar obsesiones si todavía no está preparado. En todo caso el niño debe saber que con paciencia y sin rendirse al final va a conseguir sus objetivos. Los padres también deben vigilar que el objetivo en cuestión sea realizable, igual que habrá que motivar sus esfuerzos habrá que evitar que se empeñe en cuestiones que están fuera de su alcance para lo cual podemos plantearle nuevas metas.