Educar en valores: la generosidad

La generosidad es un valor que no está muy en boga en estos momentos, y es que esa actitud de hacer algo de forma desinteresada, pensando en los demás y sin esperar nada a cambio no parece que sea lo que primer en el contexto actual, por eso precisamente es tan importante inculcarlo en nuestros hijos.

La generosidad es una cualidad humana que nos hace mejores personas y contribuye a crear un mundo mejor, más solidario, en el que convivir los unos con los otros.

La generosidad es por tanto una virtud, y como tal se debe practicar para que se acabe convirtiendo en una costumbre que forme parte de la forma de ser del niño.


Hay que educar al niño en la generosidad pero durante todo el año


Suele ocurrir que nos acordamos de ser generosos solo en determinados momentos. Cuando acontece alguna catástrofe se suceden las muestras de apoyo y solidaridad, también la llegada de ciertas épocas, como la Navidad, hace que aflore nuestro lado más generoso y nos acordemos de aquellos que tienen menos. Pero, pese a que esto es bueno y se debe seguir haciendo, no se trata de limitar esta actitud a determinados momentos, y tampoco hay que confundirla con caridad. ¿Quién será más generoso, alguien que comparte algo de lo mucho que tiene, o el que comparte lo poco que le queda?

Esta es la actitud que se le debe transmitir a los niños desde que son pequeños y son sus padres los principales responsables de ello. Es bueno aprovechar las campañas de Navidad, Reyes… para enseñar a los niños la necesidad de compartir y ser generoso. Una buena forma de hacerlo es acudir a entidades que recogen juguetes, ropa o alimentos y repartir parte de lo que tenemos, sin olvidar que esto se puede hacer en cualquier época del año.

Además hay que trabajar con ellos para que aprendan a compartir sus juguetes con sus hermanos y amigos, solo por el placer de hacerlo, sin esperar nada a cambio. Habrá una edad para cada cosa, los niños pasarán por etapas en la que esto les costará mucho pero si ven como en casa se comparte y se actúa de forma generosa lo asimilarán como algo normal.


No sólo hay que educar en la generosidad con las cosas materiales


No se trata solo de compartir las posesiones materiales, es generoso el que se preocupa por los demás y emplea su tiempo en hacer que esa persona se encuentre mejor, para ello solo hace falta comportarse de forma amable con el resto. Podemos emplear parte de nuestro tiempo en alguna actividad de voluntariado e implicar también a nuestros hijos en ello. Es la forma de que vean lo fácil que es ayudar a los demás sin que por ello tengamos que ser recompensados.

Desarrollando en casa este tipo de actitud participativa y de servicio nuestro hijo crecerá en un entorno que promueve la generosidad y en el que aprenderá a apreciar otro tipo de valores, que si bien no son los más ‘modernos’, le van a ayudar en el camino hacia convertirse en una mejor persona.