Educar en valores: la perseverancia

Con paciencia y perseverancia todo lo vas a conseguir. Esta frase puede resumir la importancia que tiene para el logro de nuestros objetivos el insistir, no desfallecer e ir superando obstáculos en busca de la meta soñada. Perseverar implica esforzarse de forma continua, no rendirse ante las dificultades y luchar por aquello que se desea.

Lo contrario de esto es una actitud cómoda y pasiva ante la vida, en la que esperamos que las cosas lleguen por si solas sin poner nada de nuestra parte.

No hace falta decir qué tipo de forma de ser va a llevar asociado en mayor medida el éxito y la confianza en las posibilidades de uno mismo.


La perseverancia es un valor que los padres aprecian mucho en sus hijos


Cualquier padre quiere que sus hijos trabajen y se esfuercen, que no renuncien ante las primeras dificultades y sepan por tanto labrarse su camino. Este es un valor con el que no se nace, puede haber una mayor o menor predisposición según la forma de ser de cada uno, pero solo mediante el ejemplo e interiorizando una forma concreta de actuar se va a conseguir que el niño sea perseverante.

Lo primero que hay que hacer para ello es dejar que nuestro hijo, desde que es pequeño, aprenda de sus errores, no podemos dárselo todo hecho solo porque sea pequeño. La sobreprotección va en detrimento de un niño seguro de si mismo y de sus capacidades. Si se rinde a las primeras de cambio porque no puede ponerse el zapato y se lo ponemos nosotros lo único que aprenderá es que ahí estamos para cuando él no pueda hacer algo, con lo que no se esforzará y se acostumbrará a que se lo hagan todo.

Se trata de actuar así en todos los aspectos de la vida, no se trata de dejar a nuestros hijos ‘que se apañen’ debemos ofrecerles orientación y ayuda cuando sea preciso, pero no somos más que meros guías en su proceso de aprendizaje. Serán ellos los que tengan que hacer el esfuerzo de estudiar para aprobar sus exámenes o de esforzarse en conseguir esa recompensa que implica realizar determinadas tareas.


Hay que motivar mucho a los hijos para que sean perseverantes


Los padres tienen un importante papel motivador, el niño ha de saber que puede fracasar y entonces será el momento de animarle, ayudarle a levantarse y volverlo a intentar, la final consecución de su objetivo será lo que le de las ganas de seguir luchando.

Además de ofrecerle nuestro ejemplo podemos también ayudar al niño a desarrollar esta actitud luchadora con la práctica de algún deporte. El valor del esfuerzo, la disciplina y la obtención de resultados están muy presentes en la práctica deportiva y además de forma lúdica. Si juegas bien ganas el partido, pero para ello hay que esforzarse y entrenar. Es la máxima que podrá aplicar también en los estudios o en sus relaciones con los demás.

Cuando el niño persevera y acaba consiguiendo lo que quiere obtiene una gran satisfacción, esto le hará a su vez sentirse más capaz y seguro de si mismo, fortaleciendo su autoestima y haciéndole sentir en definitiva feliz y satisfecho.