No es lo mismo que te digan ‘acaba este informe en dos horas’ que ‘sé que tienes la capacidad y puedes acabar este informe en dos horas’. La primera frase no es más que una orden mientras que la segunda, pese a indicarnos lo mismo, tiene un plus que hace que emprendamos la tarea con una mejor predisposición.
Es la diferencia entre tener una actitud motivadora o no tenerla.
Si esto funciona con los adultos cuánto más con los niños, mucho más influenciables y sensibles que nosotros. Educar partiendo de la motivación resulta indispensable para inculcar en los más jóvenes el afán de superación, pero no solo eso, el hecho de saber que confiamos en ellos hace que aumente su autoestima, además aprenden que los esfuerzos tienen recompensa y valoran el trabajo.