Como tratar el asma durante el embarazo

Silbidos, presión en el pecho, dificultad para respirar y tos, son los síntomas más característicos del asma bronquial, una enfermedad crónica de los pulmones que afecta a personas de todas las edades y que se considera una de las más comunes que puede complicar el embarazo.

Las vías respiratorias de las personas con asma están inflamadas y producen más mucosidad de lo habitual, por ello son muy sensibles y reaccionan exageradamente a la inhalación de ciertas sustancias, haciendo que los músculos se contraigan y llegue menos aire a los pulmones.

Algunos estudios han comprobado que el embarazo puede modificar el curso del asma, mejorando en unos casos y empeorando en otros, un pronóstico todavía impredecible para cada mujer, mostrándose los síntomas más severos de empeoramiento las semanas 24 a la 36 de gestación.


¿Cómo puede afectar el asma a la embarazada y al feto?


El asma bronquial no controlado durante el embarazo, presenta riesgo de complicaciones maternas y fetales.

Para la mujer, estos riesgos aumentan conforme aumenta la severidad del asma, entre ellos:

– aumenta la morbilidad materna: las mujeres afectadas tienen mayor probabilidad de padecer hiperémesis gravídica y hemorragia uterina.

– la hipertensión arterial puede llegar a ser dos o tres veces mayor en mujeres asmáticas

– existe mayor riesgo de preeclampsia, placenta previa, parto inducido y cesárea.

El feto también puede verse en riesgo debido a un asma materno no controlado, algunas consecuencias de la hiperventilación y los episodios reiterados de asma pueden ser:

– retardo en el crecimiento intrauterino.

– nacimiento prematuro.

– bajo peso al nacer.


¿Es posible controlar el asma durante el embarazo?


Sí, es posible y resulta necesario. Si se maneja adecuadamente, la embarazada y su feto podrán disfrutar de un embarazo similar al de otras mujeres no asmáticas. Para ello, la embarazada debe someterse a un buen control para asegurar su salud y la de su bebé.

Los expertos enfatizan la importancia de llevar un control mensual del asma durante la gestación. De esta forma, el médico podrá cesar el tratamiento si la enfermedad ha mejorado o reforzarlo, si por el contrario el asma ha empeorado.

Durante el embarazo, existen motivos suficientes para mostrarse reticente a la toma de medicamentos. Sin embargo, ante la presencia de asma, los efectos beneficiosos esperados superan los riesgos. Los expertos han confirmado que los posibles efectos negativos de la ausencia de control del asma son mayores que los que pueden presentarse por la toma de fármacos prescritos.

En primer lugar, el tratamiento irá siempre dirigido a poner énfasis en las medidas preventivas, evitando los gatilladores que pueden disparar el episodio asmático:

– cesación del tabaquismo y espacios con humos, polvo o aire viciado.

– evitar otros factores ambientales como animales domésticos, ácaros de polvo y del hogar, cucarachas, pólenes y esporas.

– reducir o evitar las actividades físicas que puedan sofocarla así como los perfumes demasiado fuertes.

La prevención en muchos casos no es suficiente para evitar los síntomas de asma durante todo el embarazo. Cuando la medicación se hace necesaria, el médico prescribirá el fármaco que considere que tiene menos efectos adversos para la mujer y para el feto, al tiempo que permite una oxigenación adecuada y crecimiento del bebé. Por lo general, se eligen corticoesteroides inhalados que han demostrado ser efectivos y con poco riesgo para las embarazadas (Programa Nacional de Educación para la Prevención del Asma).