Síndrome alcohólico fetal

Aún hoy es fácil escuchar como alguien le dice a una embarazada ‘por una copa de vino no va a pasar nada’ y es que el grado de aceptación que se tiene del alcohol en nuestra sociedad es tal que hace que no se acabe de ver lo grave que es su consumo habitual, y más aún si estamos hablando de embarazadas.

Tanto es así que hasta la década de los 70 no se comprobaron los efectos negativos que su consumo tenía sobre el feto y es que cualquier cantidad de alcohol que ingiera la madre pasa directamente al feto atravesando la placenta y además en dosis más concentradas y de más difícil eliminación.


No existe un nivel de consumo máximo de alcohol.

Lo mejor: no tomar nada de alcohol durante el embarazo


Ante esto no hay una medida que diga hasta aquí se puede beber, no existe un nivel ‘seguro’ de alcohol, cada mujer lo procesa de una manera y cualquier cantidad que se tome va a llegar al bebé. Lo que sí se ha comprobado es que el consumo excesivo es más dañino que tomar pequeñas cantidades. También se ha demostrado que consumirlo en el primer trimestre del embarazo es mucho más prejudicial, es el momento en el que se están formando todos los órganos del bebé y el hecho de que esto se haga con alcohol de por medio va a tener consecuencias graves e irreversibles.

Los niños que se han visto expuestos a la toma de alcohol por parte de su madre presentan una serie de problemas físicos, mentales y de crecimiento que les van a acompañar durante toda su vida, es el conocido como síndrome alcohólico fetal. Entre los principales síntomas se encuentra el crecimiento deficiente, tanto dentro del útero como al nacer, la disminución del tono muscular, el retraso en el desarrollo con problemas en las áreas sociales, cognitivas, de movimiento o del lenguaje, anomalías cardiacas, epilepsia y una serie de anormalidades faciales características como los ojos rasgados y pequeños, cabeza y maxilar superior de menor tamaño o mal desarrollo de la ranura entre la nariz y el labio. Todo esto tiene su repercusión directa en la vida del niño, el rendimiento académico es más bajo, hay problemas de comportamiento, poca capacidad para relacionarse con los demás y falta de imaginación y curiosidad.


Evitar el síndrome alcohólico fetal es muy fácil: no bebas alcohol en el embarazo


Evitar todo esto es muy sencillo, solo hay que dejar de consumir alcohol, de todo tipo y en cualquier medida. Como comentábamos no se han establecido parámetros sobre lo que puede ser seguro consumir, quizá una mujer que tome todos los días una copa de vino tenga un hijo perfectamente sano, pero puede que otra que haga lo mismo acabe teniendo un bebé con complicaciones.

Por todo ello la abstinencia es la única solución, porque lo más grave es que el bebé que nace con este síndrome lo va a tener toda la vida. Con el diagnóstico precoz y las técnicas de intervención temprana se ha avanzado mucho y en función de sus problemas el niño podrá tener un desarrollo más o menos normal. Pero es una problemática que va a tener siempre y solo porque su madre no quiso cambiar durante unos pocos meses un hábito perjudicial.