Monitorización fetal

Puede que uno de los momentos más latosos para muchas madres sea el de la monitorización fetal o las también llamadas ‘correas’, aunque es uno de los más útiles para el bebé. Se trata del proceso mediante el cual se colocan una serie de sensores a la madre para medir diversos valores en el feto y controlar su estado.

Se suele iniciar en el último mes de embarazo y sirven para controlar la actividad del bebé.


¿Para qué sirve la monitorización fetal?


En concreto con esta técnica de diagnóstico lo que se mide es la frecuencia cardiaca, es decir el número de latidos por minuto, el flujo sanguíneo, relacionado con la oxigenación y las variaciones en el útero o contracciones. Para ello se colocan unos sensores en el abdomen de la madre que suele permanecer tumbada. Es importante que el bebé esté despierto, por eso los médicos los enfocan con una luz, mueven el abdomen o animan a la madre a comer algo dulce. Este proceso se realiza todas las semanas a partir del último mes y durante sesiones de unos 20 minutos. Una vez pasada la semana 40 se realizan cada tres días, aunque todo dependerá de los registros y la situación de la madre.

Este tipo de monitorización sería de tipo externo, pero existe otra interna. Consiste en colocar a través del cuello uterino los electrodos en la cabeza del bebé, las mediciones que se realizan son similares. Este tipo de práctica tiene algunos detractores ya que puede causar infecciones e incluso daño fetal, aunque no es lo corriente. Esta monitorización resulta mucho más precisa que la externa, por lo que es utilizada por muchos especialistas especialmente si se detecta algún problema.

Gracias a los datos que se obtienen con estas pruebas se puede comprobar el estado general del feto, pudiendo actuar más rápidamente si se detecta alguna anomalía. Lo normal es que el corazón del bebé lata entre 120 y 160 veces por minuto, alguna variación en estas cifras será indicativa de sufrimiento fetal. Los resultados que se obtienen van variando debido a los cambios en la posición del feto o de la madre, por eso deben ser siempre comprobados por personal cualificado. La mujer por su parte debe sentirse cómoda durante la sesión y si nota algún malestar debe comunicarlo enseguida ya que se trata de una prueba que no causa dolor, del mismo modo los ultrasonidos que se utilizan para hacer las mediciones no causan ningún daño al bebé.


Monitorización en el parto


La monitorización es muy útil en el proceso del parto, pese a que obliga a la madre a estar tumbada durante la dilatación, el vigilar la gráfica nos ayuda a prever cuando va a llegar la contracción, con lo cual podemos prepararnos mejor para afrontarla realizando técnicas respiratorias de relajación.

La principal ventaja de la monitorización es que en todo momento nos indica como está el bebé. Controlando fundamentalmente las pulsaciones se comprueba que le llega sangre a todo su organismo y que no hay sufrimiento fetal. También permite detectar rápidamente cualquier problema y actuar realizando otras pruebas que lo confirmen y ponerle solución.