Acoso escolar es también pasar de alguien

‘El mayor desprecio es no hacer aprecio’, esta frase hecha resume a la perfección como se puede hacer daño a alguien simplemente ignorando su existencia. Pensemos que nosotros mismos nos encontramos en esta situación, vamos a trabajar y nadie nos habla, no nos saludan, ni nos llamar para almorzar, pasamos el día rodeados de gente, viendo como hablan y se relacionan los demás mientras nosotros no sentimos completamente solos.

Es una situación dramática ¿cierto?

Pensemos ahora en esta misma situación pero aplicada a un niño, va a clase, se sienta en su sitio y nadie quiere hablar ni jugar con él, no le insultan ni le pegan, simplemente le ignoran ¿cómo acaba sintiéndose ese niño? Es un rechazo total y absoluto y como tal se puede catalogar de acoso escolar. El niño víctima del mismo acaba pensando que no vale nada, al fin y al cabo no le importa a nadie, puede llegar incluso a pensar ‘si al menos me insultaran significaría que saben que estoy aquí’.


El ignorar deliberadamente a un niño es una de las formas de acoso escolar más graves


Por eso esta forma de acoso es una de las más graves, ya que acaba afectando profundamente a la parte psicológica y emocional del menor. Contra las amenazas y las agresiones cabe la posibilidad de defenderse, de actuar y tomar medidas, pero ¿como se actúa contra la nada? Resulta mucho más complicado. Y por lo tanto es necesaria la implicación de padres y profesores.

Seguramente la primera opción sea que el niño lo intente por su cuenta que pruebe a hablar con los demás y relacionarse, pero si es un caso en el que este ‘pasotismo’ se realiza de forma consciente por el resto seguramente no obtenga nada a cambio más allá de la frustración de ver que sus intentos no sirven para nada.

Al no haber maltrato estas situaciones no son fáciles de detectar por los padres, los niños muchas veces por vergüenza no suelen reconocerlas y si es así ante un ‘los niños no juegan conmigo’ los padres suelen reaccionar restándole importancia al asunto ‘cómo que no, tu ves a hablar con ellos y ya verás como hacéis las paces’.


La detección de este tipo de acoso es difícil


Este es un error y los padres deben darse cuenta de cuando su hijo tiene un problema, seguramente cambie su conducta, no quiera ir al colegio, tenga problemas de sueño o con la alimentación, se vuelva reservado… Son señales que hay que atender y acudir a hablar con los educadores que son los que saben lo que pasa en el aula.

No es sencillo trabajar con el acoso en estas situaciones, se tiene que trazar un plan conjunto entre padres, profesores y profesionales, buscando que esa situación desaparezca. Normalmente no todo el grupo es el causante, suele haber un hostigador o un pequeño grupo que es al que hay que identificar y trabajar para que cambien ese modelo de conducta. Y por supuesto no hay que olvidarse de la víctima, reforzar su autoestima será fundamental, también podemos promover su relación con otros niños en un contexto distinto al escolar y si es necesario acudir a un profesional para que le ayude a afrontar con éxito estas difíciles situaciones.