La siesta de los bebés y niños

La siesta es ese momento, normalmente del medio día, en el que se descansa y se recuperan fuerzas para afrontar lo que queda de la jornada. Los bebés recién nacidos suelen dormir muchas horas por lo que hablaríamos de varias siestas, pero desde el momento que empiezan a adquirir todas las etapas de sueño y a dormir más horas por la noche, distinguiéndola del día, sí que se identifican periodos de siesta que es necesario consolidar en su rutina diaria.

Si en los adultos la siesta ayuda a ser más productivos y mejorar el rendimiento, además de mejorar el buen humor y la capacidad de retención, todo ello gracias a haber descansado de forma adecuada, cuánto más necesaria no será en los niños, que durante sus horas de vigilia gastan gran cantidad de energía.


Los bebés realizan un gran esfuerzo físico diario, sobretodo creciendo


Aunque cuando son bebés pueda parecer que no realizan grandes esfuerzos lo cierto es que los niños en desarrollo están permanentemente absorbiendo la información que reciben, un estímulo nuevo activa su mente poniendo en marcha procesos que acaban cansando al bebé.

Lo mismo sucede cuando empieza a andar, a hablar o a ir a la guardería. En una etapa de continuo aprendizaje, cambio y evolución es necesario parar y echar una cabezadita.

Durante esos periodos de siesta la mente infantil asimila toda la información recibida, retiene así los nuevos aprendizajes y le cuesta menos comprenderlos. Pese a todo, cada niño es un mundo, habrá algunos que no duerman más de 20 minutos, otros podrán estar dos horas y unos pocos no querrán dormir en todo el día. No se trata de obligar al niño a dormir ya que esto puede crear una animadversión hacia el sueño nada recomendable. Pero si a nuestro hijo le cuesta hacer la siesta se pueden establecer una serie de rutinas que hagan que el sueño llegue por si solo.

El momento más propicio para descansar es después de comer, debemos intentar que no llegue demasiado cansado a la hora de la comida ya que, además de comer mal, también le costará más conciliar el sueño. Una vez comido hay que buscar un sitio que sea de su agrado y donde esté cómodo, por ejemplo su hamaca, puede tener también un elemento especial para ese momento de sueño como un muñeco o una mantita.


Consejos sobre el lugar para echar la siesta


Lo ideal es que no haya mucha luz y pocos estímulos, podemos probar a poner la tele en voz baja con algo que no le altere demasiado. Lo normal será que con las imágenes y un entorno tranquilo se quede dormido, la música es otra opción, pero siempre algo relajante. En función de como sea cada niño los padres podrán probar unas estrategias u otras, lo importante es que la rutina se repita, el niño sepa que es el momento de dormir, poco a poco se consolidará el hábito.

Para aquellos preocupados por si su hijo duerme lo suficiente en las siestas hay una serie de pautas generales, pero es orientativo, cada niño es distinto y dormirá lo que necesite. Lo habitual es que hasta el año hagan varias siestas al día, desde ocho cuando son recién nacidos hasta dos cuando tienen 9 meses. A partir del año pueden hacer una o dos siestas y a los dos años una que suele durar entre 1 y 2 horas. Lo recomendable es que duerman siesta hasta los tres años. A partir de ahí las siestas suele durar entre media hora y una hora.