Los problemas de comportamiento de los niños

Antes de nada lo que hay que tener claro es qué se puede considerar un problema de comportamiento. Puede que el que un niño no aguante sentado ni un minuto sea un problema para los padres, mientras que para otros el problema es que tienen un hijo al que no le gusta correr. Por tanto lo primero que hay que hacer es definir el modelo de comportamiento que queremos fomentar en nuestros hijos.

Esto se debe hacer teniendo en cuenta varios aspectos.

El primero es la personalidad del niño, hay aspectos básicos que no se van a poder cambiar, si nuestro hijo es tímido no podemos forzarle a tener un comportamiento abierto y comunicador con todo el mundo.


Todos los niños tienen épocas con más rabietas


Por otro lado hay comportamientos propios de una edad, saber qué es lo normal según el momento que esté atravesando el niño nos ayudará a establecer que es adecuado y que no. Por ejemplo habrá que comprender que entre los 2 y 3 años el niño va a pasar por una fase de rabietas fruto de la consolidación de su yo, de su autonomía, por tanto no habrá que verlo tanto como un problema de comportamiento irreversible si no como una fase. Y por último el comportamiento deseable está completamente determinado por el contexto social en que se vive y las reglas que rigen en él. En este contexto los padres tienen unas expectativas respecto a sus hijos, así el comportamiento del niño será adecuado o no en función de si se adapta más o menos a lo que esperan de él. En una familia puede que solo sea válido el sobresaliente, mientras que en otra baste el aprobado.

Con estos parámetros claros se puede establecer que es lo que va a ser un problema de comportamiento en nuestra familia, intentando siempre que prevalezca el respeto al niño, a su desarrollo y forma de ser. A partir de ahí podemos trabajar para cambiar aquellos comportamientos no deseados.


Es importante usar más los refuerzos positivos y no usar los castigos


La premisa básica es ignorar aquello que no queramos que se repita y reforzar los comportamientos adecuados. Lo importante va a ser mantener la coherencia, no ignorar un día un comportamiento, castigarlo otro o reírnos el tercero ya que si no el niño no va a saber a que atenerse. Siguiendo esta regla lo normal es que un niño acabe por dejar de hacer aquello que es ignorado, los niños buscan siempre la atención de sus padres, para lo bueno y para lo malo, si no la obtienen seguramente dejarán de hacerlo. Del mismo modo si son recompensados por su buen comportamiento, bien con una frase de reconocimiento o pasando tiempo con ellos, tenderán a repetir esa acción.

Este proceso requiere tiempo y para que sea efectivo lo mejor es que se comience con ello desde que los niños son pequeños. Si tenemos claro que no queremos que salte en el sofá habrá que dejarlo claro desde el principio ,ya que si no el niño no entenderá porqué ahora no es aceptable algo que si lo era antes. La constancia y la perseverancia serán básicas a la hora de trabajar con el comportamiento infantil.