Manías y obsesiones en los niños

El muñeco debe estar colocado exactamente en el centro de la cama, hay que contarle el mismo cuento todas las noches, sino se frota la oreja durante un rato no se puede dormir… Cualquier padre sería capaz de identifica al menos media docena de manías que tienen sus hijos y que manifiestan a lo largo del día.

En principio no son señales indicativas de que pase algo anormal, el problema está en cuando esa conducta repetitiva se convierte en una verdadera obsesión que le impide llevar una vida normal. Los niños cuando son pequeños necesitan desarrollar una serie de rituales siempre de la misma manera, tienen un orden en sus juegos y juguetes, quieren que se les cuenten las mismas historias… Es un proceso normal dentro de su desarrollo evolutivo, les ayuda a conocer y controlar mejor su medio externo.


Es normal que el niño tenga pequeñas manías


El problema está en cuando estas conductas repetitivas ocupan de tal forma su tiempo que les impiden centrarse en otras cuestiones.

También podemos observar que cuando no pueden realizarlas sufren verdadera ansiedad, con crisis de llantos, gritos e incluso conductas agresivas consigo mismos o con quien les rodea.

Además de estas conductas repetitivas que se manifiestan de forma temprana existen otras manías u obsesiones y que causan en el niño pensamientos negativos provocándole un estado de temor y ansiedad. Las más comunes son el temor a la muerte o la enfermedad, temen contagiarse con algo y se lavan las manos de forma obsesiva. Es común también que los niños más obsesivos no quieran equivocarse en nada, sintiéndose culpables si esto sucede.

Es normal que estos pensamientos aparezcan antes o después en la mente de los niños. Si se ha sufrido una muerte cercana hay que esperar que durante un tiempo el niño esté obsesionado, del mismo modo cuando empiezan a ser consiente de que existen virus y bacterias seguramente su preocupación se centre en evitar que esto le afecte. Son, como decíamos, mecanismos de adaptación al mundo que le rodea, es su forma de tratar de entender y asimilar lo que sucede y lo que hay que vigilar es que no se convierta en una obsesión.


Casos graves de manías y obsesiones


En los casos más graves es cuando se puede hablar de un trastorno obsesivo-compulsivo, como padres no debemos alarmarnos ante las primeras manías y obsesiones que pueda mostrar nuestro hijo y siempre debe ser un profesional el que determine si el niño muestra un problema de este tipo. Hay que estar alerta y acudir a la consulta si tenemos sospechas fundadas ya que en el tratamiento de este tipo de trastornos es muy importante el diagnóstico precoz, con el fin de evitar que el problema se asiente y se agrave.

Normalmente se trabaja intentando ayudar al niño a que comprenda el porqué de su actitud, que identifique sus miedos y aprenda a afrontarlos con tranquilidad y sin ansiedad. A partir de ahí el objetivo es variar su conducta para a cambiar esos comportamientos. En todo este proceso será vital la compresión y el apoyo de los padres.