¿Se debe aplicar castigos a los niños?

En esta cuestión no hay medias tintas o se defiende el uso del castigo como herramienta educativa o no. Habrá quien matice que no todos los castigos son iguales, que no es lo mismo un bofetón que hacerle recoger lo que ha tirado o dejarle sin televisión. Es cierto que las enseñanzas que se extraen de un tortazo son pocas pero ¿qué aprende recogiendo lo que ha tirado? ¿es que acaso recoger no es una de las cosas que tiene que hacer sin que sea un castigo? Y dejarle sin tele ¿qué le enseña? ¿a actuar correctamente solo por el miedo a quedarse sin que lo que le gusta?


Los niños deben conocer las consecuencias de sus actos


Los niños deben saber que cuando hacen algo que no está bien provocan una serie de consecuencias, hacen que su hermano se sienta mal, que mamá se enfade o que el abuelo esté triste.

Esto es lo que tiene que tener claro: que sus comportamientos influyen en las personas que le rodean para bien y para mal. Así, la forma más efectiva de que no vuelva a repetir esa conducta es siendo consciente del daño que causa, no olvidemos que los niños pequeños buscan siempre agradar a sus padres. Si en lugar de hacerle partícipe de nuestras emociones o hacerle comprender los riesgos de sus acciones se le manda a un rincón ‘a pensar’ o se le deja sin juguetes, sabrá que ha hecho algo mal pero no acabará de comprender del todo porqué no debe volverlo hacer y en cuanto el castigo quede olvidado volverá a repetirlo.

Hablamos de edades tempranas, pero si se actúa de esta manera los niños pequeños irán interiorizando todas estas actitudes, sabrán que existen unos limites que no se pueden propasar, y cuando sean más mayores serán conscientes de las consecuencias reales de sus actos y los castigos acabarán siendo anecdóticos.


El educar sin castigos es muy difícil pero tiene grandes beneficios


No es una forma fácil de educar a los niños, es cierto que el miedo, la amenaza y el castigo son buenas armas para evitar que hagan algo prohibido, rápidas y eficaces, y que la vía del diálogo y la comunicación es más costosa y requiere mucha paciencia, pero se trata de valorar las consecuencias en el desarrollo de nuestros hijos. Un niño criado con miedo será una persona insegura y con poca confianza en si mismo, un niño al que se ha respetado y escuchado aprenderá a su vez a respetar y tendrá mejores armas para defenderse en la vida.

Partiendo de esa base serán los padres los que deban valorar la aplicación del castigo en la educación de sus hijos. Si se decide utilizar siempre hay que eliminar todo tipo de castigo violento, el objetivo debe ser cambiar el comportamiento del niño y hay que intentar que entienda porqué se le castiga, qué es lo que ha hecho, de una forma comprensible a su edad y capacidad. Nunca se debe aplicar un castigo sin explicar al niño los motivos y por supuesto deben ser proporcionados y justos sin olvidar valorar, más allá de nuestro estado de ánimo del momento, si realmente es merecido. Ante la ponderación de todas estas cuestiones quizá valga la pena olvidar los castigos y buscar otras alternativas ¿no?