El chupete: ¿bueno o malo para los niños?

Este pequeño artilugio tiene tantos detractores como defensores, ideado como un falso pezón busca tranquilizar al niño mediante la succión, el problema está en cuando este sustituto pasa a ser totalmente imprescindible para el niño.

El chupete no es un invento actual, desde hace siglos las madres han utilizado trozos de tela o gomas con las que calmar a sus hijos cuando lloraban o tenían hambre.

Hoy su uso está totalmente generalizado y cuenta con una serie de ventajas que pueden ser muy útiles a los padres, aunque siempre teniendo en cuenta que no se debe dejar la responsabilidad de calmar a nuestros hijos solo en este trozo de plástico.


El chupete calma al bebé ya que sustituye la succión del dedo, que es innato


Demostrado está que los bebés desde el interior del útero materno ya emplean la succión para calmarse chupándose el dedo, es un reflejo que les tranquiliza. Una vez nacen cuentan con el pecho de su madre tanto para alimentarse como para sentirse tranquilos y confiados, pero no siempre pueden estar con la teta en la boca así que muchos acuden al dedo o al chupete. Lo que en principio no es malo puede acabar interfiriendo en la lactancia si se da demasiado pronto. Es necesario dejar pasar unas semanas antes de ofrecérselo al bebé, de esta forma la lactancia estará bien asentada y el chupete no cambiará el patrón.

También hay que tener en cuenta que cuando el niño llora o está nervioso lo que le va a calmar en primera instancia son sus padres, no debemos descargar todo el trabajo en el chupete, debemos coger a nuestro hijo y ayudarle en sus momentos difíciles con nuestro afecto, para el resto del tiempo el chupete puede ser una buena ayuda. Hay estudios que han analizado además las bondades del chupete para evitar casos de ahogo infantil ya que el hecho de tenerlo en la boca hace que la respiración sea más regular y las vías respiratorias queden libres, aunque este es un tema todavía controvertido.


El uso excesivo del chupete puede ocasionar problemas en el habla y el lenguaje


Según vayan creciendo habrá que vigilar el uso que se hace del chupete, es normal que en torno al año sea su gran compañero, les ayuda a soportar por ejemplo las separaciones de sus padres, les relaja a la hora de ir a dormir o les calma si están muy nerviosos. Pero si lo tiene permanentemente en la boca se pueden dar una serie de problemas, los más habituales tienen que ver con el lenguaje. Estos niños no hablan bien, tienen dificultades con la pronunciación y en los casos más graves puede haber también deformaciones del paladar.

Para evitar esto y en los casos de mayor dependencia, podemos ir limitando el uso del chupete a situaciones concretas, por ejemplo cuando vayan a dormir. No se trata de eliminar de sus vidas el chupete de forma radical ya que esto puede ser perjudicial, pensemos que le estamos quitando a nuestro hijo un elemento que le aporta seguridad, calma y que le relaja, habrá que ir con cuidado y valorar si realmente está preparado para ello. Normalmente son los propios niños los que a la larga acaban renunciando a él por propia voluntad.