Deshidratación en bebés y niños

Se padece deshidratación cuando una persona no tiene suficiente líquido en el cuerpo, como para que le funcione de manera correcta. Los niños y bebés son los que tienen más peligro de sufrirla, y para los que puede tener peores consecuencias.

Cuando un niño tiene una deshidratación lo podemos notar por su aspecto, ya que acostumbra a presentar fontanelas hundidas, falta de elasticidad en la piel, y lengua y boca secas, o pegajosas.

¿Cómo se llega a esta situación? Esencialmente, por cualquier tipo de enfermedad que provoque una pérdida de líquidos en el niño.

Los vómitos, la diarrea, la fiebre alta, y el orinar de manera excesiva, pueden hacer que un niño pierda más agua de la cuenta de su cuerpo. Igualmente, la falta de apetito, y el tomar pocos líquidos de manera habitual, son otras dos razones de deshidratación.


Qué hacer ante una deshidratación


La manera más obvia de tratar la deshidratación de un niño es reponerle los líquidos que ha perdido. Lo importante es saber que hay que evitar darle agua normal, y optar por administrarle sueros, preparados comerciales, y limonadas caseras, todos ellos ricos en sales minerales. En las farmacias se encuentran soluciones de electrolitos que pueden aportar al paciente todos los elementos minerales que se le han ido con los líquidos que ha perdido.

Una buena receta para ayudar a un niño a reponerse de la deshidratación es hacer una limonada, disolviendo el zumo de dos limones en 1 litro de agua, y añadiéndole azúcar y una cucharada de bicarbonato de sodio. Las bebidas que se comercializan para deportistas tienen mucho azúcar, con lo que no son recomendables en caso de diarrea.

No es bueno que se obligue al pequeño a ingerir grandes cantidades de agua de una vez, ya que solo se consigue provocarle vómitos. Es mejor proporcionarle el líquido a pequeños sorbos, o incluso con una jeringa, si se trata de un bebé.

Por supuesto, si la deshidratación es grave, el pequeño necesitará más tratamiento del líquido que se le pueda administrar en casa, por lo que habrá que llevarlo a un hospital para que reciba hidratación intravenosa.


Cómo evitar que un niño se deshidrate


La deshidratación puede ser un problema muy importante para un niño, que le lleve al shock e, incluso, a la muerte. Hay que saber que no todas las deshidrataciones son igual de importantes. De hecho, se considera que pueden darse en tres niveles diferentes:

  • Las pérdidas de líquido de hasta un 5% suponen que es una deshidratación de carácter leve
  • Las pérdidas de hasta 10%, son moderadas
  • Cuando haya pérdidas del 15% del líquido corporal, se presupone que estamos ante una deshidratación severa, o grave

Es importante evitar que el niño llegue a este 15%, vigilando que consuma el líquido necesario, y procurándole asistencia médica en el momento en que se sospechen los primeros síntomas de deshidratación. De hecho, se debe empezar a reponer líquidos en cuanto el niño vomite y tenga diarrea, como medida de precaución que le evite llegar a una posible deshidratación.

Es importante que siempre se vigile que el niño ingiera líquidos mientras está enfermo, para que no tenga consecuencias posteriores. Controlar su orina, la saliva de la boca, y sus lágrimas es la mejor manera de empezar a saber si un crío tiene deshidratación.