Lunares en la piel: protección al sol de los bebés y niños

Muchos padres aun no están concienciados de la importancia que tiene cuidar la piel de sus hijos, y de las consecuencias que puede tener el sol en futuras enfermedades de los pequeños cuando sean adultos.

Una de las cosas que más debe preocuparnos es el detectar posibles alteraciones en los lunares y en las pecas de la piel de los niños, ya que los pequeños pasan muchas horas al sol que los adultos y, además, su piel es mucho más sensible que la nuestra, al ser más fina, y tener menos melanocitos.


Los lunares de los niños


Las lesiones pigmentadas de la piel de los niños deben ser objeto de nuestra atención, ya que con el sol existe una posibilidad de que acaben convirtiéndose en malignas.

También conocidas como lunares o nebus, son muy frecuentes, y no tienen porque representar un problema, si se cuidan y se previene su contacto directo con el sol sin protección.

Pero éste no debe ser el único motivo para aplicar crema solar al niño: tenga la piel sana, o no, es importante tener cuidado de que el sol del verano no le afecte más de la cuenta.


Cómo proteger a los niños del sol


Antes que nada, es necesario dejar claro que la única protección absoluta contra los efectos del sol es la ropa. Por lo tanto, si el niño baja a la calle, o va a un parque a jugar, debe ir siempre cubierto con una camiseta.

Los padres también tienen que preocuparse de aplicar protectores solares a la piel de sus hijos, desde que son bebés. Hay que ponérselos varias veces al día y en una cantidad generosa.


Vigilar los lunares


En principio, la mayoría de los lunares de los niños van a ser benignos. De hecho es normal que en la infancia aparezcan varios de ellos en el cuerpo, y sin consecuencias.

De todos modos, es importante que los padres vigilen el aspecto de los lunares de sus hijos, y si cambian con el paso del tiempo. Los expertos recomiendan seguir lo que se llama la regla del A, B, C, D y E.

Los signos de que un lunar, ya sea infantil o de un adulto, puede ser maligno son que sea:

  • asimétrico
  • que tenga bordes irregulares
  • que cambie de color
  • que su diámetro sea mayor de 0,5 cm
  • que haya un pequeño relieve elevado

Hay que dejar claro que estos signos no son una señal irrefutable de malignidad, pero sí que deben considerarse como una alarma, que nos incite a ir al médico a controlar el lunar.


Las pecas de los niños


Muchas veces, los padres tendemos a poner en un mismo cajón los lunares y las pecas de nuestros hijos. Esto no es del todo correcto, ya que debemos tener en cuenta que, en la mayoría de las ocasiones, las pecas son genéticas en los pequeños. En principio, no tienen porque ser preocupantes.

De todos modos, debemos ser conscientes de que las pecas de los hombros, y de la parte superior del tronco, en muchas ocasiones se deben a quemaduras solares que haya tenido el niño en los primeros días de playa.