Cómo responder a los por qué de los niños

La curiosidad es un rasgo característico del ser humano, es lo que le hace avanzar. Las preguntas requieren un proceso de búsqueda de respuestas y es esa búsqueda la que permite el avance en todos los ámbitos de desarrollo.

Como rasgo innato se empieza a manifestar a muy temprana edad, pasa muy poco tiempo desde que un niño empieza a hablar hasta que comienza a hacer preguntas.

Previo a los porqués hay ya un primer aviso de esa necesidad de saber y aprender que define a las personas. Suele ser un ¿qué haces? o ¿qué es esto? Estas preguntas se hacen entre los 2 y los 3 años. Pero en cuanto el niño adquiere la conciencia de que las cosas no suceden porque sí, sino que hay algo que las provoca y que él forma parte de todo esto, a estas sencillas preguntas se suman los por qué.


El motivo de las preguntas


No son más que la expresión de la necesidad de cualquier persona de conocer y poder controlar el mundo que le rodea, los niños no son en ese sentido diferentes de los adultos. Pensemos por un momento lo difícil que nos resultaría vivir en un mundo del que no supiéramos nada, no sabemos por qué sale el sol, por qué hay que levantarse o por qué hay coches en la calle. Cuando dejan de ser bebés los niños descubren todo un mundo y solo aspiran a comprenderlo, si no les ayudamos nosotros ¿quién lo hará?

Su curiosidad es inagotable y por mucho que aprendan en la escuela las preguntas son miles y cada nuevo descubrimiento, cada respuesta, les genera decenas de preguntas más. Pero no solo eso, preguntar es también una forma de reafirmarse e incluso de comprobar hasta que punto sus padres están ahí para darle las respuestas.

Comprender esto es básico para saber enfrentarse a ello, los padres deben estar preparados para sobrellevar una etapa que puede ser agotadora. Si se detecta que toda la retahíla de por qué se hace para llamar la atención más que para satisfacer una curiosidad,se trataría de prestar la atención precisa para que no se sienta desatendido o incluso realizar alguna actividad para que cambie ese comportamiento.


Hay que hacer explicaciones claras y sencillas


Siempre hay que escuchar, a veces tras sus preguntas esconden sus miedos y temores y hay que estar atento, sin ridiculizar ni quitar importancia a sus preguntas con respuestas del tipo ‘eso es una tontería’. Las respuestas deben ser claras y sencillas, en función de la pregunta podemos utilizar cuentos e historias para hacérselo entender. Si las preguntas van referidas a cuestiones prohibidas del tipo ‘por qué no puedo comer helado’ la respuesta debe ser firme pero aclaratoria, no se trata de negar por negar si no de que entienda los motivos, siempre según su capacidad.

Paciencia y saber qué es lo que quiere el niño exactamente en cada momento serán la clave. Un niño de tres o cuatro años buscará en gran parte con sus por qué hablar con nosotros y que les prestemos atención, a los seis años querrá respuestas más concretas y profundas. No desatenderlo y ayudarle en su búsqueda servirá para que tengan la seguridad de que pueden contar con nosotros.