Cómo sobrellevar las rabietas de los niños

Un niño de unos dos años y su madre están de paseo, el niño le pide un caramelo y la madre se lo niega, insiste, nueva negativa, comienzan los lloros, la madre pide silencio, de los lloros se pasa a los gritos, se le ignora, comienzan los pataleos, la gente empieza a mirar, el niño está descontrolado, llora, grita, salta de rabia.

Aquí tenemos un ejemplo de una de las muchas rabietas por las que atraviesan los niños a estas edades. La pregunta es ¿qué hace la madre ante esa situación? o mejor ¿Cómo se ha llegado hasta ese punto?

No se puede decir que todas las rabietas de los niños se puedan evitar, pero si es cierto que muchas de ellas están provocadas porque el niño está acostumbrado a que le den todo lo que pide, cuando esto no es así no entiende porqué y reacciona con rabietas incontrolables.


El camino más corto pero nada recomendable es darle lo que pide. Eso sí, la próxima rabieta será peor.


Si recuperamos la escena primera, ante esa situación la madre tiene dos opciones, darle el caramelo o mantener su postura. Dándole lo que pide la rabieta va a finalizar de inmediato, pero es el camino más seguro para que estas se mantengan. El niño aprende que montar una escena es la manera de conseguir lo que desea y así lo hará siempre que se le niegue algo. La otra opción exige un mayor esfuerzo y paciencia por parte de la madre, hay que aguantar los lloros y gritos, las miradas de reproche de los espectadores y mantenerse firme, pero al final el niño comprenderá que su estrategia no sirve de nada y la rabieta irá remitiendo.

Esta forma de actuar es mucho más eficaz si se lleva a cabo desde que comienzan las primeras rabietas, pero para ello se debe ser coherente. Si la norma es que no hay caramelos antes de comer no se pueden hacer excepciones. El niño tiene que saber que hay unas normas y que estas son claras, de hecho será muy raro que pille una rabieta si sabe qué es lo que puede y lo que no puede hacer.


Cuándo son más pequeños, el cansancio o la incapacidad de comunicarse incrementan las rabietas


Pese a todo hay muchas otras veces que las rabietas se producen sin que se pueda hacer nada por evitarlo. Los niños pequeños, que son los más propensos a las rabietas, no tienen todavía la capacidad de expresión ni las habilidades negociadoras necesarias para conseguir lo que quieren, actúan en muchos sentidos como cuando eran bebés, llorando cuando no son comprendidos o no consiguen lo que quieren. Puede que sea porque ese día están cansados, porque quieren seguir en el parque o simplemente porque la idea que tenían era otra. No hay que olvidar que, aunque son pequeños, a partir de los dos años empiezan a ser conscientes de su yo y de que pueden influir sobre su entorno, por consiguiente es habitual que pongan a prueba a sus padres para ver hasta donde pueden llegar.

Sea como sea, la actitud ante la rabieta debe ser siempre la misma, no se le debe seguir el juego, pero tampoco hay que gritarle, pegarle o castigarle, ante el primer asomo de enfado se le debe decir con calma pero firmemente que no. No hay que insistir, se debe intentar seguir con la actividad que se estaba llevando a cabo. El niño debe de darse cuenta que su actitud no hace mella en nosotros, al final verá que no sirve de nada y desistirá de su comportamiento.