Cuando se habla de comportamiento violento hay que saber diferenciar una simple rabieta de una forma de actuar en la que la violencia sea la pauta habitual. No es lo mismo un niño que se enfada y tira a pegar cuando le prohíben algo o cuando no consigue lo que quiere, que otro que suelta la mano en cualquier situación y en todas sus relaciones.
Hay que entender que los niños pasan por ciertas fases en las que para reafirmarse tiende a utilizar la violencia, normalmente porque no conocen otra forma de expresarse.
Es habitual por ejemplo, que en torno a los dos años atraviesen una etapa de rabietas que pueden llegar a ser agresivas. Si se controlan de la forma adecuada no tienen porqué ir a más y esa conducta agresiva será algo pasajero.