Conducta agresiva en los niños: comportamiento violento

Cuando se habla de comportamiento violento hay que saber diferenciar una simple rabieta de una forma de actuar en la que la violencia sea la pauta habitual. No es lo mismo un niño que se enfada y tira a pegar cuando le prohíben algo o cuando no consigue lo que quiere, que otro que suelta la mano en cualquier situación y en todas sus relaciones.

Hay que entender que los niños pasan por ciertas fases en las que para reafirmarse tiende a utilizar la violencia, normalmente porque no conocen otra forma de expresarse.

Es habitual por ejemplo, que en torno a los dos años atraviesen una etapa de rabietas que pueden llegar a ser agresivas. Si se controlan de la forma adecuada no tienen porqué ir a más y esa conducta agresiva será algo pasajero.


Violencia en juegos o con el resto de amigos


Cosa distinta es cuando la violencia forma parte no solo de los momentos en los que está enfadado, si no también de sus juegos o de sus relaciones con el resto de niños. Podemos observar si nuestro hijo emplea la violencia a la hora de jugar con los juguetes o si es el típico que grita y pega a los demás. Aquí habría que tomar otras medidas para lograr que aprenda que existan otras formas de relacionarse con los demás.

Lo primero es abordar su comportamiento violento precisamente de una forma libre de la misma, si ante sus gritos y agresiones reaccionamos de la misma manera, lo único que estamos haciendo es reforzar esa forma de actuar. La familia es de este modo el primer centro de influencia del niño. Un niño que desde bebé se siente seguro, protegido, respetado y amado será un niño seguro de si mismo y que no tendrá la necesidad de emplear la violencia ya que no es algo que haya visto en casa. Del mismo modo si ante sus estallidos agresivos se mantiene la calma y se le hace saber que de esa forma no va a llegar a ningún sitio acabará por renunciar a esa forma de expresarse.

También es importante el entorno en el que se desenvuelva, si es hostil y agresivo lo normal es que acabe adoptando esa misma actitud, no solo en lo que se refiere a la relación que puedan mantener sus padres o familiares cercanos, sino además, al grupo de amigos o a su medio social.


La relación entre padres e hijos es fundamental para tratar problemas de agresividad


Aunque lo más importante va a ser el tipo de relación que sus padres mantengan con él, es cierto que ciertos factores hormonales, complicaciones de salud o problemas cerebrales pueden hacer que la conducta agresiva se manifieste de forma más acusada. En estos casos lo más recomendable es acudir al especialista, lo que se debe combinar con un modelo de comportamiento adecuado en casa.

Desde que son pequeños los niños deben saber que la violencia no va a ser la respuesta para solucionar sus problemas, todo lo contrario, los niños que mantienen conductas agresivas suelen tener problemas en la escuela, dificultades de aprendizaje y relaciones interpersonales poco satisfactorias. Está en manos de los padres enseñar a sus hijos a desenvolverse mediante la vía del diálogo y la razón.