¿Cuántas veces hemos visto niños que pierden el control de sus reacciones cuando sus padres o cuidadores les niegan alguno de sus caprichos? Cuando esto sucede, y ante el ‘numerito’ que son capaces de montar los pequeños con sus reacciones, muchos padres acaban cediendo a sus deseos, con el objetivo de que al menos se callen.
Realmente, las rabietas de los pequeños son una de las mejores maneras de poner a prueba la paciencia de los padres, pero cuando decimos que si a todo solo conseguimos potenciarlas.
Aunque nos parezca lo contrario, la verdad es que cada vez que decimos un NO justificado y firme a alguna actitud de nuestro hijo, estamos educándole.
Eso sí, debemos hacerlo desde que es muy pequeño y de manera firme. Es esencial que no le dejemos que nos tome el pelo en ningún momento.
No debemos caer en la ilusión de que diciendo que NO vamos a conseguir cambiar esas cosas del carácter de nuestros hijos que no nos gustan. Pero, sí que es verdad que, de esta manera, lo estaremos educando en la tolerancia a la frustración, lo que le resultará muy válido a medida que vaya creciendo y tenga que enfrentarse a otros problemas.