Decir ‘no’ también educa

¿Cuántas veces hemos visto niños que pierden el control de sus reacciones cuando sus padres o cuidadores les niegan alguno de sus caprichos? Cuando esto sucede, y ante el ‘numerito’ que son capaces de montar los pequeños con sus reacciones, muchos padres acaban cediendo a sus deseos, con el objetivo de que al menos se callen.

Realmente, las rabietas de los pequeños son una de las mejores maneras de poner a prueba la paciencia de los padres, pero cuando decimos que si a todo solo conseguimos potenciarlas.

Aunque nos parezca lo contrario, la verdad es que cada vez que decimos un NO justificado y firme a alguna actitud de nuestro hijo, estamos educándole.

Eso sí, debemos hacerlo desde que es muy pequeño y de manera firme. Es esencial que no le dejemos que nos tome el pelo en ningún momento.

No debemos caer en la ilusión de que diciendo que NO vamos a conseguir cambiar esas cosas del carácter de nuestros hijos que no nos gustan. Pero, sí que es verdad que, de esta manera, lo estaremos educando en la tolerancia a la frustración, lo que le resultará muy válido a medida que vaya creciendo y tenga que enfrentarse a otros problemas.


¿Qué es la tolerancia a la frustración?


Cuando corregimos las actitudes exigentes de nuestro hijo, y le enseñamos que no va a poder conseguir todo lo que quiere y cuando lo desea, le estamos educando en la tolerancia a la frustración. Esto ayudará a que sea estable emocionalmente durante toda su vida.

Cediendo ante la rabieta del niño para evitar enfrentarnos a sus quejas, solo hace que lo convirtamos en un pequeño tirano que nos será muy difícil de manejar a medida que se hace mayor. Y conseguiremos que se acabe convirtiendo en un adulto para el que cualquier contratiempo se convertirá en una tragedia muy difícil de asumir. Es decir, le estaremos abocando a vivir en una ansiedad constante.


¿Por qué los padres tenemos miedo de decir que NO?


Curiosamente, si observamos a padres e hijos, nos damos cuenta de que para los pequeños es muy fácil decir que NO a cualquier cosa que le ordenen sus padres. En cambio, los adultos tienen verdaderos problemas para negar algo a los niños, ya que muchos tienen el convencimiento de que poner límites hasta los 6 años lo único que logra es romper su crecimiento armonioso.

Igualmente, los expertos en educación establecen una serie de causas que nos llevan a evitar decir que NO a nuestros hijos, y que son esencialmente las siguientes:

  • No tener fuerzas para un enfrentamiento
  • Querer compensar el poco tiempo que se pasa con el niño
  • Querer ser aceptados por los hijos, sea como sea
  • Haber tenido un niñez demasiado estricta, y no saber encontrar un equilibrio entre la permisividad y la educación con nuestros hijos.


La actitud de los padres


La actitud correcta de los padres pasa por no ser dictatoriales, pero sí saber demostrar su autoridad, incluso con su expresión y su tono de voz. También es importante que no caigamos en la provocación de las rabietas de nuestro hijo, y que le dejemos solucionarlas por sí solo, demostrándoles que no nos pueden hacer chantaje con ellas.

Finalmente, un consejo importante es que aprendamos a corregirlo tanto en casa, como en la calle, quitándonos de encima esos mitos de ser un mal padre por no dar a nuestro hijo todo lo que quiere.