Cuando llega el cambio de la hora los niños son los primeros en mostrarse confusos. Y es que, tanto cuando se adelanta o se atrasa el reloj, en función de la estación, las rutinas del pequeño se ven afectadas y por ello, será importante que los padres, además de intentar explicárselo, sigan una serie de pautas para que esta alteración no provoque demasiadas molestias al niño.
Sin duda, aunque este cambio afecta a todos, son los pequeños los que tienen menor capacidad de adaptarse a ellos, aunque también es cierto que en tan sólo unos días o a lo máximo una semana, ya se habrán adaptado a los nuevos horarios sin ningún tipo de problema.
Consecuencias del cambio de hora en los niños
De este modo, entre los principales síntomas, cabe destacar sensación de cansancio, fatiga, cambios de humor, irritación, nerviosismo, falta de concentración e incluso dolor de cabeza.
Así lo indica también la Sociedad Española del Sueño que añade a estos síntomas también posibles trastornos alimentarios.
Así, al principio será común que se quejen de que tienen hambre o, en cambio, no les apetezca comer. Aún así, los padres deberán entender que el pequeño se encuentre un poco confuso y por ello, los primeros días se irán ajustando los horarios de comida de tal modo, que el niño no note en exceso el cambio. Por ejemplo si antes del cambio se cenaba a las nueve, ahora a las ocho el pequeño puede ser que no tenga hambre. Ante ello, la mejor opción será ponerle la cena a las ocho y media. Aunque resulte una solución quizás un poco simple, puede ser suficiente para que el pequeño se adapte más fácilmente.
Sin embargo, el mayor trastorno que sufrirá el niño será durante la noche, en el sueño. Así lo explica también la Sociedad Española del Sueño que afirma que es frecuente los pequeños presenten problemas a la hora de dormir. De este modo, durante los primeros días puede que se levanten más temprano de lo habitual, que no tengan sueño cuando ya es hora de dormir o que, incluso, debido a ello, se muestren somnolientos durante todo el día.