Con la llegada de la primavera volveremos a adelantar el reloj una hora (de las 02:00 a las 03:00). Con ello, dormiremos una hora menos y durante todo el día realizaremos las mismas actividades con una hora de antelación.
Esta medida, implantada desde 1974 ante la crisis del petróleo, fue acogida por algunos países con objeto de sobrellevarla mejor.
Los cambios de hora estacionales suponen un ahorro energético, el mayor aprovechamiento de las horas de luz nos permite emitir mucho menos CO2 a la atmósfera y disminuir el consumo de electricidad.
Son muchas las ventajas de ésta acción aunque tampoco faltan algunas consecuencias molestas para las personas. Especialmente en niños y ancianos, se observan una serie de alteraciones fisiológicas derivadas de la descompensación entre el reloj interno de la persona y los cambios externos que se dan por el cambio horario. Entre ellas destacan: