La terquedad infantil: el niño testarudo

‘Es cabezón como el solo desde que nació’, todos conocemos a niños testarudos, tercos, tozudos y difíciles, de hecho muchos de ellos cuando llegan a cierta edad se comportan así, pero, ¿porqué sucede esto? ¿es cosa de su forma de ser o tenemos los padres mucho que ver en ello?

Lo cierto es que no hay una respuesta categórica, es sabido que la personalidad se forma ya en el vientre de la madre, por tanto habrá niños con unas tendencias más marcadas que otras.

Aunque esta predisposición no va ser determinante en su vida, su desarrollo en uno u otro sentido va a depender de su entorno y de la educación que reciba de sus padres.


Es muy difícil marcar límites a un niño testarudo


Desde que nacen los niños están preparados para luchar por su supervivencia, van a llorar exigiendo alimento y cuidados, según crezcan van a reivindicar su parcelan de autonomía, queriendo explorar e investigar todo lo que esté a su alcance. En estos momentos cualquier intento por ponerle trabas va a ser rechazado con vehemencia, no se trata de que el niño sea un cabezón, solo está exigiendo que le dejen desarrollarse y ante este comportamiento normal en todos los bebés, es cuando los padres deben adoptar la mejor actitud.

Si cuando empieza a andar o a reivindicar su autonomía no se le ponen límites se va a acostumbrar a hacer todo lo que le venga en gana, esto hará que según crezca sea más y más difícil de controlar, querrá hacer las cosas a su manera y no aceptará imposiciones siendo por tanto un niño terco y desobediente. Por otro lado si ponemos demasiados límites y adoptamos una actitud sobreprotectora no vamos a dejar que el niño avance y se desarrolle, no va saber ser autónomo y esto va a provocar en él inseguridades y miedos.


Si se pone una norma fija no se debe quitar nunca


De lo que se trata es de encontrar la justa medida, habrá normas inamovibles, por ejemplo no jugar con el teléfono o el mando de la tele, se trata de establecer unos límites básicos que ayuden al niño a saber hasta donde puede llegar pero siempre teniendo en cuenta que necesita explorar y desarrollarse. De esta forma su natural tozudez puede ser bien encauzada proponiendo a nuestro hijo nuevos retos que le ayuden a superarse sin que acabe pensando que puede hacer todo lo que se le antoje.

También habrá que entender que los niños van a pasar por diversas etapas, en torno a los 2 y 3 años buscarán reafirmar su identidad como seres independientes de sus padres, es el momento de las rabietas. No deberemos confundir esta fase con un rasgo definitivo y del mismo modo hay que entender que los niños se tienen que enfadar por aquello que consideran justo y que también es misión nuestra saber entenderlos.

La testarudez no tiene porqué ser algo negativo, habrá niños más o menos ‘cabezones’ pero lo que en uno puede desembocar en una actitud negativa que implique desobediencia, rabietas continuas y un carácter difícil de llevar, en otro puede convertirse en tenacidad, perseverancia y lucha por conseguir sus metas, todo va a depender de como lo enfoquemos.