¿Qué hacer cuando el niño no quiere comer?

Comer cuando se tiene hambre, esta es la máxima que los padres deben tener presente cuando se enfrenten a una situación en la que el niño no quiera comer. Se suele cometer el error de pensar que los niños tienen que comer como los adultos, seguramente un niño que ha desayunado leche con cereales, se ha comido un bocadillo y un yogurt para almorzar y entremedias ha picado galletas llegue a la mesa con poco apetito.

Los niños comen lo que necesitan según sus necesidades, que no son iguales para todos.

No se puede comparar lo que come nuestro hijo con lo que come el del vecino porque no son las mismas personas. Si el niño está sano y crece según corresponde no se debe hacer un drama si no come lo que nosotros consideramos. Ningún niño se muere de hambre así que ante la negativa de comer en la mesa habrá que buscar otras causas que no suelen tener nada que ver con la salud.


La actitud de los padres es fundamental


Además de que llegue con hambre a la hora de comer para lo cual no debe picar entre horas y se deben respetar los horarios, es fundamental la actitud de los padres. Para muchos tener un ‘mal comedor’ es un suplicio, la hora de la comida se convierte en un constante ir y venir de reproches y lloros. Muchos de estos padres se sorprenden luego de que sus hijos coman sin problemas en el comedor, la clave es su actitud.

La comida debe ser un acto tranquilo y relajado, sin prisas ni tensión, al niño se le pone el plato en la mesa y lo normal es que si tiene hambre coma, eso sí, comerá hasta que se le quite al apetito lo que puede pasar mucho antes de lo que los padres piensan. El rechazo a la comida suele ser un rechazo a los propios padres, a su actitud, a sus presiones. En lugar de disfrutar con la comida lo acaba viendo como un castigo, reniega de ese acto en concreto aunque luego no tenga reparos en comer en otros lugares, como el colegio.


Hay que enseñarles que el comer es un placer


Por eso, desde que son bebés, se les debe enseñar el placer de comer sin obligarles, dejando que experimenten, ofreciéndoles de todo y no utilizando la comida como un arma amenazante, con frases como ‘si no te lo comes todo no iremos al parque’. Tampoco se debe caer en el error de dejar que sean ellos los que indiquen qué comer, si se pone un plato en la mesa y lo rechaza muchas veces se suele ofrecer otra cosa de su agrado. Hay que evitarlo, la comida es esa si no quiere no se debe hacer un drama se le retira el plato y se ofrece el segundo o el postre, con tranquilidad se le explica que eso es lo que hay y que si no deberá esperar a la merienda para comer. Habrá que entender que haya platos que no le gusten, se trata de que no sea él quien determine lo que debe comer y cuando.

Es bueno aprovechar esos ratos para hablar en familia, compartir los hechos del día en un clima abierto y de diálogo. Las horas de comer deben ser agradables, sin tensiones, teniendo presente que la mayoría de las veces son los padres los que provocan que la situación no sea la ideal y será por ellos por los que habrá que empezar.