Las altas temperaturas del verano pueden provocar golpes de calor, que pueden ser muy peligrosos para los niños pequeños. Por lo tanto, es importante que los padres tengamos mucho cuidado para prevenirlos.
Cuando una persona, sea niño o adulto, sufre un golpe de calor, su cuerpo entra en colapso, se altera la temperatura de su cuerpo, y no puede recuperar el equilibro térmico.
De hecho, se define como la respuesta del cuerpo a un sudor excesivo originado por un exceso de exposición al sol, que provoca pérdida de agua y sales. En algunas ocasiones, esto puede llevar a la muerte.
Los bebés son muy sensibles a los cambios de temperatura y, además, hay que tener en cuenta que los niños pequeños no saben pedir agua, además de que sistema de autorregulación térmica aun no está del todo desarrollado. Por lo tanto, es más fácil que sufran un golpe de calor.