El estrés en los bebés

A veces basta con el primer enfado de la mañana porque hemos perdido el bus, ir a hacer la compra con el tiempo justo o el ritmo imparable de cada día, para generar en nosotros un nivel de estrés suficiente que no pasará desapercibido para nuestro bebé.

Inconscientemente transmitimos todo nuestro estrés a los bebés, el estado de nervios o tensión no sólo nos pasa factura a los padres, sino también a esos pequeños receptores que pasan tanto tiempo con nosotros, los niños.


Los bebés si que pueden sufrir estrés


El padecimiento de estrés, no es una cuestión únicamente de adultos, los bebés según estudios recientes muestran un 50% más de posibilidades de padecer estrés que hace 15 años (“Estudio sobre el estrés del bebé”.

Profesor Francisco Miguel Tobal, Universidad complutense de Madrid).

El estrés de los padres, es uno de los factores asociados al estrés en los bebés, aunque existen otras causas que se relacionan con este trastorno:

– El parto.

– Posibles enfermedades (cólicos del lactante, flatulencias, otitis, dentición…etc).

– El estilo de vida actual, con más exigencias.

– Falta de cuidado.

– Alimentación insuficiente o inadecuada.

– Carencia de afecto o cariño en la familia.

– Factores ambientales como el ruido, aislamiento, oscuridad, soledad.

– Clima de crispación, discusiones o tensión en el hogar.


¿Cómo saber si mi bebé padece estrés?


Los niños no pueden expresar claramente aquello que les angustia, por tanto podremos observar únicamente cambios en sus conductas y un estado de irritabilidad generalizado.

Los síntomas de estrés infantil que se han descrito son:

– El llanto persistente.

– Estado de alerta elevado.

– Irritabilidad continuada.

– Alteraciones en el sueño.

– Dificultades para comer o comer en exceso.


¿Cómo puede afectarle el estrés al bebé?


El trastorno de estrés, tiene consecuencias en la salud física y mental, en el caso de los bebés se presentan:

– Disminución del sistema inmune, las defensas (el niño queda más expuesto a los virus).

– Deterioro de la función reguladora, hipesensibilidad (mayor tendencia a desarrollar alergias).

– Alteraciones del aparato digestivo y del apetito.

– Trastornos del sueño.

A medida que el niño va creciendo con presencia frecuente de estrés, se presentan consecuencias a nivel psicológico como: dificultades de la memoria, falta de empatía, bajo estado de ánimo, baja confianza y seguridad en sí mismo.


¿Puede prevenirse el estrés en los bebés?


Cuando el origen del estrés es una enfermedad, difícilmente podemos intervenir, sin embargo cuando la causa tiene que ver con factores ambientales, los padres pueden asumir el control de la situación.

La clave está en conseguir que el bebé se sienta atendido, querido y tranquilo. Para ello se recomienda:

– Entorno familiar relajado, evitar las discusiones y los gritos en presencia del bebé.

– Lactancia materna ya que es uno de los mejores inmunoreguladores.

– Proporcionar afecto al niño, que además reforzará su seguridad.

– Rutinas de alimentación y de sueño, establecer horarios fijos.

– Actividades como los paseos, escuchar música o baños tibios puede ayudar a relajar al bebé.