¿Cómo saber si mi hijo tiene estrés?

El estrés es una reacción de nuestro organismo ante situaciones que se perciben como amenazantes, fuera de nuestro control o muy exigentes. No hay que confundirlo con una enfermedad, de hecho ciertas dosis de estrés son necesarias para motivar a hacer las cosas. El problema es que este estrés en grados elevados puede acabar generando una tensión continúa que sí puede derivar en enfermedades como trastorno de ansiedad o trastorno obsesivo-compulsivo.

Al hablar de personas estresadas solemos pensar en adultos con una sobrecargar de trabajo o que pasan por una tensa situación familiar, pero lo cierto es que esa respuesta del organismo ante nuevas situaciones es la misma, se tenga la edad que se tenga, y por tanto también podemos encontrar niños con estrés.


Los adultos no damos importancia al estrés en niños


Los adultos no solemos dar importancia al hecho de que el niño se estrese, por ejemplo por ir al colegio, especialmente los primeros años.

Pero pensemos que sus experiencias previas son muy limitadas y cualquier cambio por pequeño que parezca puede afectar más de lo que pensamos al niño, en lo que respecta a su sensación de seguridad, control y confianza.

Serán los padres los que tendrán que estar atentos a una posible situación de estrés para su hijo, ya que ellos no son conscientes de ello. Primero habrá que saber reconocer qué situaciones son potencialmente estresantes, la citada entrada al colegio puede ser una de ellas, pero también un cambio de domicilio, la llegada de un hermano y en mayor medida la separación de sus padres o la muerte de un ser querido.

A partir de ahí el niño con estrés experimentará una serie de cambio físicos y de comportamiento. Es habitual la falta de apetito, alteraciones en el sueño, dolor de cabeza, enuresis, tartamudeo o dolores de estómago. En el plano comportamental el niño estresado suele experimentar una regresión a comportamientos anteriores más infantiles, preocupaciones y nuevos miedos, agresividad, llanto, irritabilidad, dificultad para relajarse, apego a un familiar determinado o incapacidad para controlar sus emociones.

Si nuestro hijo empieza a experimentar estos síntomas podemos pensar que algo le sucede y es importante reconocerlo y controlarlo para evitar que un estado de estrés acabe derivando en problemas más graves de ansiedad que serán más difíciles de tratar.


Es muy importante contar con la ayuda del médico para tratar el estrés infantil


Los padres por tanto deberán ayudar a su hijo a recuperar su estado normal y a responder adecuadamente a esas situaciones estresantes. Para ello una de las claves es la comunicación, igual que encontramos consuelo desahogándonos con un amigo que nos escuche, nuestros hijos también se sentirán mucho mejor expresando sus miedos y preocupaciones, debemos estar ahí para escuchar y siempre de forma positiva, descartando las críticas y recriminaciones. El niño debe encontrar en casa ese clima de seguridad y confianza que le de fuerza para afrontar esas situaciones conflictivas para él. En este sentido se tratará de reforzar su autoestima, hacerle ver todo lo que puede hacer por si mismo y darle la oportunidad de demostrarlo a través de situaciones que pueda controlar.

En cualquier caso, si la situación es más complicada y el problema va a más siempre se podrá recurrir a la ayuda de un especialista.