Cómo divorciarse sin afectar a los hijos

Cuando una pareja inicia un proceso de separación es muy difícil que esta no afecte a los hijos. Hay que tener presente que, se haga como se haga, los niños siempre van a acusar este cambio, de lo que se trata es de que les afecte lo menos posible.

Llega un momento en que cuando la pareja no se lleva bien la vida familiar se convierte en algo insoportable.

Peleas, gritos, reproches, discusiones… todo ello acaba siendo más perjudicial para el niño que el hecho de que sus padres permanezcan juntos en la misma casa. Hay veces que los padres prolongan su unión ‘por el bien de los niños’, pero no se dan cuenta de que su mala relación es a la larga mucho más perjudicial para el desarrollo psicológico y emocional de sus hijos. En estas ocasiones más vale un divorcio a tiempo que un matrimonio mal avenido.


Antes del divorcio definitivo se suele pasar por una etapa de inestabilidad


Antes de dar el paso los padres deben tener muy claro que esta es la única y la mejor solución posible. En ocasiones, antes de un proceso de divorcio, se pasa por separaciones temporales, terapias y otro tipo de recursos con los que salvar la pareja. Todos estos esfuerzos pueden ser positivos siempre que se realicen sin que los niños estén involucrados. Lo más importante es que no se juegue con sus sentimientos, separarse, volver, separarse de nuevo… es muy desestabilizador para los niños, se vuelven inseguros y desconfiados.

Cuando se atraviesa esta etapa de transición se les debe hacer saber que no son culpables de la situación y que pase lo que pase les queremos igual. Si finalmente el divorcio se produce esta actitud se debe mantener siempre. Los niños deben sentirse seguros del cariño de sus padres aunque estos no estén juntos, y deben tener muy claro también que la situación no ha sido provocada por ellos.

Además de esto hay una serie de aspectos que no hay que perder de vista si queremos que la separación sea lo menos traumática posible. En primer lugar debe primar siempre el respeto en la relación que mantengan los padres. Las descalificaciones y críticas para con el otro en nada ayudan al niño, necesita tener ambos referentes en su vida y que uno de los pilares de su vida sea continuamente vejado por el otro lo único que va conseguir es que aumente su desequilibrio emocional. Por eso mismo tampoco hay que forzarle a elegir o a que diga a quién quiere más, el niño debe mantener una sana relación con ambos progenitores.


Cooperación de los padres tras el divorcio mejor que competición


Otro de los errores comunes es la competición que se suele establecer entre padres divorciados, a ver quien le hace los mejores regalos, o quien le consiente más. Este buscar ‘ser el bueno’ solo crea niños consentidos, mimados y caprichosos. Los padres deben dejar de lado sus diferencias cuando se trata de la educación de sus hijos y trazar una estrategia educativa común, de esta forma el niño tampoco acusará el cambio al pasar de uno a otro entorno.

Es importante realizar este esfuerzo y mantener una relación cordial con el ex por el bien de los niños. Si se hace así la situación puede ser incluso mejor que antes, sin peleas ni malas caras los niños pueden disfrutar de padres relajados y tranquilos y ellos a su vez se sienten seguros y sin la presión de tener que decir a quien quieren más.