A medida que el niño va creciendo adquiere nuevas habilidades que le dan más autonomía, como hacerse su propia higiene, o responsabilizarse de pequeñas tareas en el hogar. Pero una de las cosas que más le costará de aprender, en la mayoría de los casos, es a manejar sus primeros conflictos sociales.
Dentro de su pequeño mundo, todos los niños acaban teniendo algún problema, ya sea con sus amigos o hermanos, y la mayoría no están preparados para sobrellevarlos.
En estos conflictos, la reacción de los niños es muy diferente, dependiendo de su personalidad.
Algunos se rebelan de manera agresiva – pegando, insultando o humillando -, mientras que otros, excesivamente tímidos, se limitan a ser obedientes, y a evitar los conflictos.