Control de malos hábitos y costumbres de los niños

Si queremos que nuestro hijo no desarrolle malos hábitos y costumbres lo mejor es predicar con el ejemplo. Será difícil que no se meta el dedo en la nariz, por mucho que le digamos que eso está mal, si ve que en casa se hace. Los niños aprenden más por lo que ven que por lo que se les dice, especialmente si es algo contradictorio.

Pedirle a un niño que deje la chaqueta en su sitio cuando nosotros la dejamos tirada en cualquier lado no tiene sentido, y lo que nuestro hijo acabará imitando es lo que hacemos, no lo que decimos.

Pero hay ocasiones en que un hábito como chuparse el dedo o morderse las uñas, no es debido a la imitación si no que responde a un modelo de comportamiento concreto y está provocado por algún problema más grave. Esto será lo que los padres deberán observar, si el chuparse el dedo le causa problemas a la hora de hablar o en la escuela habrá que trabajar para eliminar ese hábito. Lo primero es identificar la causa, normalmente un niño que realiza una conducta de forma obsesiva pueden tener un problema de ansiedad, los padres deben consultar con el especialista para trata de averiguar la causa y ponerle solución.


Los malos hábitos más simples se pueden tratar por los padres fácilmente


Cuando los malos hábitos no llegan a ese extremo pero sí afectan al comportamiento normal del niño o a sus relaciones con los demás, se puede tratar de modificar la conducta siguiendo una serie de pautas. El niño tiene que saber que su conducta no es del agrado de sus padres, estos se lo deben dejar claro con frases firmes pero sin alterarse. Los niños buscan siempre agradar a sus padres y un primer paso será que sepan que ese hábito no es bien recibido.

No hay que castigar, reñir o ridiculizar al niño, frases como ‘mira, tan mayor y chupándose el dedo’ no le ayudan a superarlo, empeoran la situación ya que hacen sentir al niño más inseguro con lo que busca con mayor fuerza el consuelo que le da su mala costumbre. Así, en lugar de regañar habrá que ofrecerle alternativas, se trata de animarle a que abandone esa conducta y adopte otra. En lugar de decirle ‘no te chupes el dedo’ podemos proponerle un juego en el que deba utilizar ambas manos. Si le ofrecemos alternativas aceptables será más fácil que deje el hábito.


Las recompensas funcionan muchísimo mejor que los castigos


Durante este proceso habrá que reforzarle a menudo cuando consiga abandonar su costumbre, aunque solo sea por un rato. Podemos recompensarle con una salida al parque, un rato de tele, y cosas similares. La motivación es una de las armas más potentes para luchar contra las malas costumbres, si al niño le merece la pena lo que va a conseguir al dejar el hábito se esforzará mucho más.

No se trata de una tarea sencilla, de igual modo que las malas costumbres se asientan cada vez más con el tiempo, lo mismo costará ir cambiándolas por conductas alternativas. La paciencia y la perseverancia serán fundamentales en el proceso.