La falta de autonomía de los niños

La relación que se establece entre madre-hijo tiene un carácter muy especial. Ya en el vientre materno, la vida del bebe sale adelante gracias a la vida de su madre. Cuando llega el nacimiento, el pequeño se engancha al pecho de su madre por primera vez, un momento mágico que refuerza esa relación de dependencia en él y protección en ella.

Durante el primer año de vida, el niño depende totalmente de los padres para su supervivencia, le deben proporcionar alimento, abrigo e higiene ya que él todavía no es capaz de hacerlo por sí solo.

Pero conforme comienza a desarrollarse, sus funciones se amplían y van dirigiéndolo hacía una mayor independencia.


Desarrollo y evolución de la autonomía en los niños


A partir del año, el niño se interesa por caminar, investigar y descubrir por sí mismo su entorno aunque todavía depende de sus padres para muchas de sus necesidades. Va ganando en autonomía progresivamente, es un proceso normal que en la mayoría de los casos ocurre de forma natural, sin necesidad de forzar nada.

Podemos clasificar los principales hábitos de autonomía de la siguiente forma:

  • En la mesa: utilización de cubiertos, repertorio alimenticio.
  • Vestirse y desvestirse sólo.
  • Higiene: lavarse la cara, las manos, peinarse o ducharse.
  • Sueño: cumplir horarios, dormirse solo.
  • Orden: recoger sus cosas, juguetes, habitación.
  • Salidas: desplazamientos cortos, recados, ir al colegio.

  • ¿Por qué mi hijo muestra menos autonomía que otros niños de su misma edad?


    Es cierto que encontramos niños que se desenvuelven estupendamente solos desde muy pequeños y otros que con edades más avanzadas todavía no son capaces de vestirse o dormir sin la intervención de los padres.

    En primer lugar, cabe destacar que cada niño tiene su ritmo, no debemos exigir comportamientos que están por encima de su nivel de desarrollo o madurez. A veces sin darnos cuenta podemos apresurar a nuestro hijo y demandarle autonomía en aquello para lo que todavía no está preparado. En estos casos se genera frustración en los niños que puede provocar que se desenvuelvan con mayor torpeza y nerviosismo.

    Las familias muy autoritarias, con normas rígidas pueden bloquear el desarrollo natural y espontáneo del niño propiciando que no responda adecuadamente.

    En el otro extremo se encuentran las familias sobreprotectoras , aquellas que evitan cualquier problema al niño y no permiten que experimente. En estos hogares se da una total ausencia de límites, los niños aprenden a funcionar ligados a sus padres que afrontan las situaciones por ellos y entienden que lo normal es que alguien esté siempre ahí para ayudarlos.

    En estos casos, el miedo de los padres también bloquea el desarrollo normal de la autonomía de sus hijos. Suelen ser niños inseguros que dependen de sus padres para realizar cualquier actividad, se muestran caprichosos ante la autoridad y no toleran la frustración.


    ¿Cómo ayudar al niño a ganar autonomía?


  • Respetar los ritmos del niño, no comparar, presionar ni exigir.
  • Facilitarle los recursos para que se desenvuelva solo (ej: objetos adecuados a su edad ,tener siempre las cosas en el mismo lugar).
  • Explicarle detalladamente cómo se realiza la tarea o conducta.
  • Ser constante, no socorrer al niño ante las dificultades, dejar que se equivoque.
  • Supervisarle y reforzarle verbalmente cuando lo logre.