Sin duda, uno de los grandes caballos de batalla de muchos padres con sus hijos es conseguir que hagan los deberes cada día. Hay niños que pierden el tiempo constantemente con juegos y todo tipo de distracciones antes de ponerse a estudiar.
La reacción de los padres ante esta situación es, evidentemente, enfadarse y obligarles a hacer sus tareas.
El problema es que con ello solo consiguen que estén un rato delante de los libros pero, a la mínima, se levanten de la mesa para volver a jugar.