Castigos o consecuencias educativas: ¿qué es lo que funciona?

El niño está sentado viendo la tele y le decimos que tiene que hacer los deberes pero no hace caso. Ante esta misma situación los padres pueden actuar de diversas maneras, según como sea esa actuación el niño reaccionará a su vez de una forma u otra, puede modificar su conducta de forma temporal o comprender porqué es importante hacer los deberes y que pasará si no los hacer.

El que extraiga uno u otro aprendizaje va a depender de nosotros, veámoslo.


Efecto de los castigos en los niños


El niño sigue en el sofá sin intención de moverse, el padre, o la madre, entra en cólera le grita y comienzan las amenazas ‘voy a quitar la tele’, ‘no bajarás al parque’, ‘te quedas sin consola una semana’. Al final y a regañadientes el niño se levantará del sofá e irá a hacer los deberes. Pero ¿por qué ha actuado? Desde luego no porque comprenda lo importante de la educación para su vida ni porque haya interiorizado su responsabilidad, lo hace por simple miedo a ver retirados sus privilegios. Pero qué ocurre si esta situación se repite al día siguiente, sigue sin hacer caso y entonces se le quita la tele, ¿se sienta entonces en la mesa? No, coge un libro. El problema de este tipo de castigos privativos es que fácilmente pueden sustituir un entretenimiento por otro con el consiguiente desespero de sus padres. La situación en casa se agrava los gritos y las amenazas aumentan y seguramente el niño finalmente haga los deberes cuando alguna de las amenazas haga efecto. Otro problema de estos castigos es que muchas veces no se llegan a cumplir. En su búsqueda de aquello que pueda hacer levantar al niño del sofá los padres pueden llegar a decir que va a estar un mes sin tele u otros castigos que son realmente desproporcionados, pero que nacen de la rabia del momento. Cuando el padre se calma retira o rebaja el castigo por lo que el niño aprende que realmente no habrá graves consecuencias ante su conducta.


Castigos vs consecuencias educativas


Ahora veámoslo desde otro punto de vista, los padres avisan de que es la hora de hacer los deberes, de forma calmada, sin gritos. Si el niño no actúa es la hora de mostrarle qué es lo que esperamos de él, por ejemplo ‘me gustaría que hicieras los deberes’, se le puede mostrar a la vez como rectificar ‘puedes dejar el juego y continuar luego antes de que se te pase la hora’. Si pese a todo no hay resultados una vez pasado el tiempo estipulado se le comunica que ya no tiene tiempo de hacer las tareas y que tendrá que explicarle a su profesor porqué no ha hecho el deber. En este caso al niño no se le ha amenazo ni se le ha pedido que actúe por miedo, se la he hecho ver qué se espera de él y cual es su responsabilidad, ahora deberá enfrentarse a las consecuencias por si mismo.

La pregunta es sencilla ¿con qué tipo de forma de actuar el niño aprende realmente a actuar como es debido y que los actos tienen consecuencias?