En la escuela infantil no tenía ningún problema, jugaba y se relacionaba con el resto de los niños, pintaba, seguía las rutinas… pero al llegar a la escuela obligatoria la cosa cambió y ese niño que aparentemente no tenía problemas empezó a encontrarse con dificultades para seguir el ritmo del aula.
Suele suceder que los problemas de aprendizaje no se detecten hasta que el niño entra en el colegio y es que en la mayoría de ocasiones los problemas de este tipo poco tienen que ver con la capacidad intelectual del niño y si con falta de motivación, de organización u otros factores de tipo emocional.
También hay veces en que trastornos relativamente sencillos en el habla o la lecto-escritura pueden provocar un retraso. Y ya en un porcentaje más bajo estarían aquellos niños con algún déficit de atención que les impide concentrarse y seguir la actividad diaria.