Hubo un momento, no hace muchos años, en el que se vivió un auténtico boom en lo que a estimulación temprana se refiere. Parecía que no eras un buen padre si no te apuntabas a todo tipo de clases y ejercicios con los que acrecentar al máximo las posibilidades de tu hijo, desde antes de nacer incluso.
Había que desarrollar todo su potencial, música, masajes, juegos… un sinfín de actividades para que nuestro hijo fuera el más estimulado del mundo.
Hoy en día parece que las aguas han vuelto a su cauce, está comprobado que un bebé no va a avanzar más allá de lo que le permita su desarrollo evolutivo, esto es, no tiene sentido empezar a correr cuando aún no se sabe andar. El cerebro de un bebé está preparado para ir avanzando de forma progresiva por el camino de los nuevos conocimientos, antes de aprender una cosa nueva tiene que asentar sus conocimientos previos. Y esto es lo que tienen que tener claro los padres.