Trastornos causados por la televisión

La televisión es ese aparato de entrenamiento que muchas veces utilizamos para que los niños estén tranquilos y nos dejen hacer nuestras cosas, el problema está en que ese ‘ratito’ se ha ido alargando cada vez más. Se pone la tele para desayunar, comer, merendar y cenar, y también cuando llega la hora de sus series favoritas.

Parece ser una perfecta niñera con la que nos libramos durante un rato de estar pendientes de los niños.

Este comportamiento es un gran error, no podemos dejar la educación de nuestros hijos en manos de un electrodoméstico, por muy educativos que pretendan ser sus programas. No es posible comparar un episodio de Pocoyo con pasar un rato jugando con la mamá. Dejando el rato de ocio en manos de la tele lo único que se consigue es que el niño acabe prestándole cada vez más atención lo que, por curioso que resulte, va en detrimento de su capacidad de concentración y atención incluso en la adolescencia, causando por tanto problemas en el rendimiento académico.


Hay estudios que concluyen que los niños que ven más de dos horas diarias la televisión pueden adquirir trastornos de atención


Un estudio reciente ha comprobado precisamente como los niños que ven la tele más de dos horas diarias presentan en la adolescencia trastornos de atención, lo que les impide concentrarse en clase, están más distraídos, no atienden y por tanto presentan unos peores resultados. Esto va a ser así aunque se reduzca al exposición a la tele una vez los niños se hacen mayores, ya que esas horas sentados delante del aparato provocan efectos a largo plazo.

Limitar el tiempo que el niño pasa viendo la televisión va a ser por tanto una medida preventiva que nos va a servir para que el niño desarrolle su máxima capacidad cognitiva sin interferencias artificiales. No se tarta de erradicar la tele de sus vidas pero sí de establecer unas pautas en cuanto a su consumo.


Lo ideal no es eliminar la televisión, sino limitarla y controlarla


Lo principal es que los niños vean la tele acompañados de un adulto o que en todo caso los programas estén controlados por los padres. De lo contrario se corre el riesgo de exponer a nuestro hijo a todo tipo de imágenes e informaciones que pueden ofrecerle una visión distorsionada de la realidad además de fomentar en él determinadas conductas en nada aconsejables. Ante el visionado es importante que los padres estén ahí para responder las dudas de sus hijos ante determinados programas y no dejar que piensen que lo que dice la tele es la verdad absoluta.

Lo mejor es que las horas de las comidas sean para fomentar la comunicación en la familia, no para ponerse delante de la tele. Es una costumbre que debe comenzar desde el principio, a la hora de la sentarse a la mesa la familia se puede contar qué tal le ha ido el día, en lugar de centrar su atención en un único punto.

La televisión se puede limitar a determinadas series o dibujos y siempre intentando que no pasen más de dos horas al día frente al aparato. Hay que promover otras actividades y juegos, aunque ello implique tener que dedicar más tiempo a nuestros hijos y menos a nosotros mismos.