Niños y bebés sordos. Discapacidad auditiva en la infancia

La sordera en la primera época de la vida es una carencia invisible pero no por ello menos importante. El problema con los discapacitados auditivos es que a simple vista no les ocurre nada diferente al resto y solo cuando interactuamos sale a la luz la falta de audición.

Pero con los bebés y los niños este problema es mucho más difícil de detectar, en sus primeros meses no es fácil saber si el niño escucha del todo bien, no puede expresarse por si mismo y si llora se calma con el contacto de su madre.

Pensemos en el niño que llora, su madre no puede cogerlo, pero le habla o le canta canciones, si el niño no oye, ese sonido tranquilizador de su madre no le va a llegar por lo que se sentirá desatendido y esto poco a poco irá minando su seguridad. La discapacidad auditiva de los bebés puede ser así un problema más grave de lo que parece. Por ello son importantes las pruebas de audiometría que se practican en bebés de pocos meses, la detección precoz nos ayudará a cuidar mejor de nuestro hijo.


A partir de los 2 años se puede hacer un diagnóstico más preciso


La falta de audición total o parcial se detecta mucho mejor cuando el niño tiene más de 2 años, los padres son conscientes de que su hijo no oye bien al ver que no responde a sus reclamos o cuando pide que se suba el volumen de la televisión. Será evidente un comportamiento diferente al resto, el niño no rendirá igual en el colegio y se sentirá aislado, será un niño reservado y falto de confianza.

Los padres deben estar atentos a las señales que les indican que su hijo tiene algún problema auditivo. Cuando son bebés habrá que observar si reaccionan ante ruidos inesperados o ante la llamada de sus padres. Si cuando tiene un año no empieza a pronunciar algunas palabras habrá que considerar que tenga algún problema auditivo. También cuando un niño de tres años no emite palabras si no ruidos, o cuando no es capaz de decir frases de más de dos palabras y si con cinco años todavía habla como un bebé lo más probable es que su aparato auditivo no funcione correctamente.


La sordera puede afectar al desarrollo cognitivo y a su aprendizaje


El que un niño no oiga bien va a tener una repercusión directa y negativa en su capacidad de aprendizaje y por tanto en su desarrollo cognitivo. El oído es el sentido principal para el desarrollo del lenguaje, si el niño no oye bien no va a ser capaz de hablar bien. De esta forma un niño sordo tendrá retrasos en el lenguaje y en el proceso de aprendizaje lo que a la larga repercutirá en sus posibilidades de desarrollo.

Por todo ello es básica la detección precoz de la sordera con el fin de empezar a trabajar cuanto antes con técnicas y tratamientos que permitan al bebé y al niño su máximo desarrollo. Cada caso será diferente en función del tipo de sordera y su gravedad, pero una vez establecida la atención debe ser inmediata.