¿Se debe obligar al niño a comer todo lo que hay en el plato?

La frase ‘hay que comerse todo lo que te ponen en el plato’ la tenemos grabado a fuego en la mente muchos de nosotros y si hacemos un esfuerzo por recordar, acabarse toda la comida se podía convertir en un verdadero suplicio, bien porque no teníamos hambre, porque era demasiado o simplemente porque no nos gustaba.

Por tanto la pregunta sería ¿queremos repetir ese modelo con nuestros hijos?

Hubo una época en que los recursos eran limitados y tener un plato de comida caliente todos los días en la mesa era de lo más valorado. Ese concepto se mantiene en el subconsciente colectivo y no desperdiciar la comida es una obligación social y moral, podríamos decir. No vamos ahora de tratar de cambiar costumbres con ese gran arraigo, la comida sigue siendo un bien preciado pero tratar que nuestros hijos acaben engullendo todo lo que les ponemos por delante solo porque es lo que hay que hacer, no parece hoy en día la mejor idea. Mucho mejor que eso será medir realmente cuales son sus necesidades y conocer a nuestros hijos para que la comida sea algo agradable y no una imposición.


Cada niño tiene un apetito distinto. Incluso varía según el día


Para evitar desperdiciar y a la vez ser respetuosos con los niños, lo mejor es poner poca comida en el plato. Cada niño tiene un apetito y unas necesidades concretas, algunos con poco se sacian, otros necesitan más, pero además según el momento e incluso el día, esas necesidades variarán en un mismo niño. No es lo mismo llegar a comer después de un día de playa que después de estar en casa viendo la tele.

Si ponemos pocas cantidades siempre queda la opción de repetir, pero no solo eso, para un niño es muy satisfactorio ver que se lo ha comido todo, en cambio ver como día tras día se deja la comida en el plato, con el consiguiente disgusto de sus padres, acaba generando en él un sentimiento de frustración que en nada favorece una buena predisposición hacia la hora de comer.


Variar la comida para tratar de que les guste más es una muy buena ideas


Además de la cantidad, es importante también ver el tipo de alimentos que damos a los nuestros hijos. Está claro que los niños tienen que comer de todo, pero en lugar de hacerles comer un gran plato de espinacas una vez a la semana podemos introducirlas como guarnición en la dieta más veces, acompañando a otros alimentos de su gusto.

La única manera de que los niños acudan a la mesa contentos es que este momento vaya asociado al placer por la comida, a la charla con sus padres, en definitiva a un momento relajado donde se disfruta comiendo. Esto es incompatible con imponer obligaciones, si el niño no quiere más, por el motivo que sea, lo mejor es retirar el plato sin gritos, reproches ni amenazas, eso sí, no se le ofrece otra cosa, eso es lo que hay y si no quiere más pasa al siguiente plato o espera a la siguiente comida. Los niños no se van a morir de hambre y aprenderán a comer lo que les toca.