A mi hijo no le gusta la fruta, ¿qué hago?

La fruta debe ser uno de los alimentos más importantes de la dieta del pequeño, ya que además de ser muy beneficioso para evitar enfermedades de carácter cardiovascular también puede prevenir la diabetes y ante todo, la obesidad infantil. Pero en este punto hay padres que se encuentran con un problema, ya que a sus hijos NO les gusta la fruta.

Aun así, hay opciones para hacer que los pequeños finalmente tomen fruta, echando mano de la imaginación.

De este modo, será muy importante que se estimule al pequeño para que la coma, y una forma sencilla de hacerlo es el hecho de que tenga piezas de fruta siempre a la vista en la cocina, en la mesa, en la nevera y en casi cualquier sitio.


Hay muchas opciones para hacer que al niño le guste la fruta


Cualquier día el pequeño puede sorprender a sus padres diciendo que quiere probar o comer fruta porque quizás, que al tenerla tan presente, acabe, como dice el refrán, entrándole por los ojos. Además también es cierto que los padres tendrán que pensar y ponerse en el lugar del pequeño, ofreciéndole frutas más atractivas como las fresas, melocotones, peras, manzanas… y no otras, que llaman menos la atención como es el caso de las ciruelas, por ejemplo.

Otra opción será presentar de diferente forma la fruta o mezclarla con otros ingredientes, para que poco a poco el pequeño vaya acostumbrándose a su sabor. De este modo, si rechaza la papilla, se puede optar por cocer un poco las frutas para que sean más sencillas de comer y ofrecérsela de este modo. Sin embargo, será importante ir aumentando progresivamente la cantidad de fruta fresca en relación a la cocida. De este modo, al principio habrá más cantidad de fruta cocida que fresca pero se irán cambiando las cantidades, ya que al cocerla, pierde muchas vitaminas, tan necesarias para el crecimiento y el desarrollo de los pequeños.


No hay mejor consejo para que al niño le guste la fruta que este: ‘los padres deben de dar ejemplo’


Otro truco será añadir leche a la papilla de frutas y sobre todo al principio, es decir, una cantidad abundante para que la papilla quede diluida y le parezca una comida nueva. Así, sabrá más a leche que a fruta y el pequeño no rechistará porque está acostumbrado al sabor de la leche. Una vez esté habituado, se le irá añadiendo más cantidad de fruta y reduciendo la leche, para que se adapte al nuevo sabor muy poco a poco, sin que suponga un cambio brusco que seguro que detectarán sus papilas gustativas.

También puede resultar una buena opción añadir, en vez de leche, cereales. De este modo, se le echará a la papilla de frutas los cereales que el niño tome habitualmente. De este modo, notará ese sabor y puede que le guste. Aún así, al igual que antes, se le irá quitando cantidad de cereales, hasta que el niño acabe comiendo su puré de frutas.

Sin duda, la presentación de este alimento puede ser decisiva para que el niño la rechace o no, sobre todo conforme va siendo un poco más mayorcito. Y es que hay casos en que no quieren la papilla de frutas, y en cambio, sí que se comen una ensalada fresquita con frutas variadas. El hecho de ver cada una de ellas cortadas a trocitos, con un color diferente, en un bol de colores… puede hacer que acabe por llamarle mucho la atención. Además, si se toma de postre o de merienda, por ejemplo, podrá añadírsele un poco de helado.

Y es que estas estrategias no harán más que habituar al pequeño al sabor de la fruta, ya sea, mezclándola con otros sabores o presentándola de tal modo que resulte apetecible para ellos.