Bebés y gatos: ¿pueden convivir?

Desafortunadamente, cada año muchos animales son abandonados por diferentes motivos. En el caso de los gatos, es frecuente que mujeres embarazadas teman por la seguridad de su gestación y la del futuro bebé en convivencia con la mascota, por lo que muchos felinos acaban en la calle, sin hogar.

Los expertos en conducta felina más allá de preocuparse, recomiendan tomar las medidas necesarias para que el niño y el gato puedan crecer juntos y disfrutar de las múltiples ventajas que ello reporta para ambos.


Medidas recomendables para la convivencia de un bebé y un gato


1.Estar atentos a la higiene.

Mantener la casa limpia y libre de peligros, una acción que siempre debemos tener en cuenta ante la llegada de un bebé.

Cuando convivimos con una mascota, aún debemos esmerarnos más:

– cambiar con frecuencia la bandeja de arena del gato y mantenerla alejada del alcance del niño, así como los recipientes con la comida y el agua de la mascota.

– cortar las uñas del gato con frecuencia (solicitando ayuda a su veterinario), para evitar que pueda arañar al bebé mientras están jugando.

– lavar bien las manos del niño después de haber tocado al animal y evitar aplicarle productos al gato que puedan ser tóxicos para el bebé.

– enseñar al niño cómo debe acariciar a su gatito, evitando que lo bese, especialmente cerca de la nariz y la boca.

– realizar las desparasitaciones oportunas y periódicas al animal, tanto internas como externas, para evitar parásitos intestinales y pulgas.

– estar atentos a una posible reacción alérgica del niño al gato (erupciones en la piel, dificultades en la respiración…etc) y consultar al pediatra lo antes posible.

2. Relación entre el bebé y el gato.

Tanto el bebé como nuestro gato son seres juguetones que pueden divertirse el uno al otro, sin embargo, ambos pueden tener una reacción inesperada si no desean jugar o sienten que les están molestando. Por ello, es muy importante:

– supervisar siempre el encuentro de nuestro bebé con el gato, evitando que jueguen solos.

– favorecer que ambos se conozcan paulatinamente y con elementos positivos, como las caricias o los premios. Debemos ser pacientes y dejar que el animal gane confianza con el niño poco a poco.

– enseñar al niño a agarrar al animal correctamente, sin causarle daño, evitando que presione en áreas sensibles como las patas traseras, el rabo o el estómago. También debe saber cuándo dejar tranquilo al animal, como cuando éste arquea su cuerpo, mostrando incomodidad.

– proteger la cuna del niño con una red o cerrando la puerta de la habitación cuando está durmiendo.

3. Tener en cuenta la sensibilidad del gato.

Los gatos son animales muy independientes, puede parecer a priori, que ni siquiera van a percibir la llegada de un nuevo ser al hogar. Sin embargo, la realidad es que nuestros cambios les afectan, por lo que debemos tener en cuenta aspectos como:

– no cambiar las rutinas del animal, tratar de mantener sus horarios de alimentación, agua fresca y limpieza.

– mantener las caricias y mimos que le proporcionábamos antes, dentro de lo posible.

– respetar su espacio y mantener alejado al niño de sus zonas seguras.

– existen difusores eléctricos que desprenden feromonas y están diseñados para calmar la ansiedad del gato, ayudando a que éste se muestre más relajado ante los cambios.