Reflujo gastroesofágico en los bebés

El reflujo gastroesofágico es lo que comúnmente se conoce como regurgitaciones o lo que es lo mismo devolver la comida del estómago a la boca. Como tal es una enfermedad que en los adultos puede ser grave, ya que ese retorno de la comida por el aparato digestivo viene acompañado de los ácidos del estómago y contra su efecto no está preparado el esófago, la faringe o la boca, al no contar con una capa protectora como la del estómago.

Por ello la acción prolongada de estos ácidos puede acabar dañando gravemente la parte superior del aparato digestivo causando quemaduras, irritación y en los casos más extremos cáncer de esófago.


El reflujo gastroesofágico en bebés


Pero si hablamos de bebés, especialmente de recién nacidos, la cosa cambia.

Estas regurgitaciones son normales en la mitad de los bebés de menos de tres meses y se producen porque su aparato digestivo no está maduro, por tanto es normal que la leche vuelva del estómago a la boca. Es una situación transitoria y como tal desaparece en la mayoría de los casos antes de los seis meses, esto es, cuando el bebé empieza a ingerir alimentos con mayor consistencia y además es capaz de mantenerse erguido con lo cual es más difícil que el alimento se devuelva.

Un niño con reflujo no tiene porqué presentar ningún problema, si su aspecto es sano, coge peso con normalidad y no se muestra intranquilo o irritable todo va bien. Ahora si, en el caso de que el bebé no engorde, incluso pierda peso y se muestre siempre nervioso seguramente estas regurgitaciones tengan algún otro motivo más allá de un sistema digestivo inmaduro y será el pediatra el que tenga que valorarlo.

Como padres podemos tomar algunas medidas para evitar en lo posible este reflujo. Lo primero es evitar que el niño coma muy deprisa y mucha cantidad, si esto sucede lo normal es que acabe devolviendo lo que le sobra. Para ello lo mejor es hacer pausas en la alimentación y hacerle eructar a menudo a fin de que elimine el aire que le sobra.


El bebé no debe descansar totalmente tumbado en los casos más recurrentes


También hay que evitar tumbar al niño nada más comer, la posición horizontal no hace más que favorecer ese retorno de la comida, por ello debemos tener al bebé lo más erguido posible tras la toma. Hay veces incluso en que se recomienda colocar el colchón más elevado de la parte de la cabeza para favorecer que la comida se quede en el estómago. De todas formas muchas veces no podremos impedir que se produzca el reflujo, simplemente con que el bebé llore con fuerza o tosa va a devolver parte de la comida.

Con el tiempo y según el aparato digestivo del bebé vaya madurando, estos episodios irán disminuyendo, una vez que el niño empiece a comer papillas u otros alimentos sólidos y sea capaz de mantenerse sentado lo normal es que desaparezcan del todo. Si no es así será necesario acudir al médico para que valore por qué se mantienen los vómitos.