Pequeños cortes, heridas al caer, magulladuras… Los niños llegan a una edad en la que raro es que no tengan algún corte o moratón, especialmente en brazos y piernas. Es sobre todo cuando empiezan a montar en bici o a jugar con el resto de niños a deportes de contacto cuando estas heridas se producen con mayor frecuencia, aunque también se las pueden producir cuando son más pequeños.
La primera vez que el niño llega con las rodillas sangrando se produce un gran alboroto en casa, aparecen antisépticos, vendas y gasas por doquier.
Pero dada la frecuencia con que se producen los padres acaban por quitarles importancia y muchas veces se soluciona con un poco de agua y la frase ‘no pasa nada’. Esto es un error, es necesario que siempre que el niño llegue con una herida esta se atienda de la manera adecuada con el fin de evitar infecciones.