Niños y bebés con escarlatina

La escarlatina es una enfermedad infantil contagiosa, que llama la atención por la erupción cutánea que aparece en los niños que la padecen. Se trata de puntos rojos brillantes que brotan primero en el pecho y la nuca, y que se extienden por todo el cuerpo.

La escarlatina es una de las enfermedades que se dan de manera más frecuente entre los niños, aunque también puede afectar a adultos.

Se contagia a través de la saliva que se esparce cuando el niño estornuda, y también por entrar en contacto con objetos infectados.


Síntomas de la escarlatina


La erupción, con picor, en la piel característica de la escarlatina viene acompañada de otros síntomas, como dolor de estómago, amigdalitis con dolor de garganta, fiebre alta de más de 38,5º, pérdida de apetito, fatiga y vómitos.

Además, los niños que la padecen presentan un tono rosado en la piel del rostro (acompañado de un tono más pálido alrededor de la boca),dolor de cabeza, tos y ganglios linfáticos cervicales dolorosos, y aumentados de tamaño.


Diagnóstico y tratamiento de la escarlatina


El diagnóstico de la escarlatina se hace a través de un examen físico del médico y de pruebas de detección rápida de la bacteria en garganta. Cuando se tengan los resultados, al cabo de dos días, el médico podrá prescribir un antibiótico.

El tratamiento con antibiótico de la escarlatina debe durar un mínimo de 7 días, y no puede suspenderse aunque el niño mejore. Cuando ya se toma la medicación, no hay peligro de contagio. Por lo tanto, puede regresar a la escuela a las 48 horas de haber empezado a tomar la medicación.


Causas de la escarlatina


La escarlatina se produce por el contagio de un tipo especial de estreptococo, que es el mismo que causa las faringitis purulentas. Como curiosidad, hay que decir que puede tenerse esta enfermedad tres veces en la vida, ya que son 3 las toxinas del Estreptococo que pueden producirla.


Consejos para aliviar la escarlatina


El dolor de garganta es uno de los síntomas más angustiosos para los niños que padecen escarlatina. Para aliviarlo, se pueden hacer gárgaras de infusiones, y poner compresas calientes en el cuello. Un humidificador en la habitación del enfermo ayudará a que se palien las molestias de la garganta reseca.

Por el mismo problema de la garganta, es importante que los padres eviten proporcionar alimentos sólidos al niño, ya que el dolor le puede provocar dificultades importantes durante los primeros días a la hora de tragar. Es mejor darle bebidas refrescantes y también calientes, con un poco de azúcar, o incluso un caldo suave de carne.

Un último consejo es que se consulte al médico, para que haga cultivos de las mucosidades de la garganta a todas las personas con las que el niño ha tenido contacto si le rebrota la enfermedad. Hay que tener en cuenta que puede tratarse de un posible foco de infección de estreptococos, y es necesario prevenirlo lo antes posible para evitar que el contagio se extienda a todos los miembros de la familia.


Convulsiones febriles


Por su propia naturaleza la escarlatina tiende a crear picos febriles muy rápidos en bebés y niños. Si un niño tiene escarlatina hay que vigilar constantemente la fiebre, aunque en el momento no la presente. Esto es importante ya que la escarlatina provoca cambios bruscos de temperatura que ocasionalmente causan convulsiones febriles.

En caso de convulsión febril es recomendable acudir urgentemente al médico más cercano y destapar al niño lo máximo posible (dependiendo de las condiciones meteorológicas). Nunca debe bañarse al niño con agua fría ni provocar de ninguna manera una bajada brusca de la temperatura, debe ser gradual (mediante antipiréticos y poco abrigo). En cualquier caso las convulsiones no deben superar los 15 minutos. Si las superasen siempre debe ser visto el niño por un médico.