¿Están nuestros hijos sobreprotegidos?

Vivimos en una sociedad que cada vez se nos presenta más peligrosa. Hace unos años los niños bajaban solos a la calle desde bien pequeños, no había móvil pero los padres estaban tranquilos, a la hora señalada un grito desde la ventana y el niño subía a cenar. Hoy a nadie se le ocurriría dejar que su hijo de siete años bajara solo a la calle, ¿y si le atropellan? ¿y si se pierde? ¿y si le atacan? No es que todos esos riesgos no existieran antes, pero parecían menos probables, no todos los días se nos lanzaban mensajes aterradores desde tantos y tantos medios de comunicación hablando de accidentes, pedófilos, drogas…

Cierto es que hoy en día escasean los solares y parques para jugar, que las nuevas tecnologías han creado nuevos peligros para los jóvenes y que el alcohol y las drogas siguen siendo una grave amenaza para nuestros hijos, pero también es cierto que los niños de hoy están preparados para enfrentarse a esos riesgos, eso sí, si les dejamos.


Sobreproteger al niño no es beneficioso a largo plazo, de hecho puede ser perjudicial


Hacer que el niño viva aislado en una burbuja no le va a ayudar a prepararse para ese mundo que es el suyo.

Tenemos miedo a que se caiga y se haga daño, a que se ensucie y se contagie con algo, a que se encuentre con un pervertido en internet, a que le pase algo cuando sale solo… Somos los padres los que debemos superar esos miedos y ante todo no traspasarlos a nuestros hijos.

Un niño sobreprotegido no va a saber enfrentarse a las situaciones de la vida, desde la entrada a la guardería hasta hacerse con un grupo de amigos. Si no le han dejado experimentar y explorar se vuelve una persona temerosa e insegura, con una dependencia excesiva de sus padres y verdaderos problemas a la hora de relacionarse con el resto. Además no soporta bien los fracasos y frustraciones, sus padres le han protegido hasta tal punto de que cuando pierde o algo no le sale bien se enfada y no sabe resolver la situación. Son niños con poca capacidad de adaptación a los cambios y novedades, algo que no tiene cabida en un mundo que exige constante movimiento y adaptabilidad.


Hay que darles libertad a los niños, aunque siempre teniendo en cuenta su edad y entorno


Se trata de luchar contra ese instinto sobre protector, debemos dejar que nuestros hijos investiguen, descubran, fracasen incluso. Será la única forma de prepararles adecuadamente para saber afrontar los riesgos que tanto miedo nos dan. ¿Cómo va a saber como actuar en una situación de abuso si sus padres, por protegerle, no le han enseñado lo que es o como identificarlo? La mejor protección para nuestros hijos va a ser la información que nosotros les demos. Pensemos que su curiosidad es poderosa y todo lo que nosotros no les digamos lo buscarán por su cuenta, con los riesgos que eso entraña.

Puede que hoy no pueda bajar solo a jugar a la calle sin supervisión, pero sí podrá ir al patio de al lado a por el vecino o subir el pan, no le neguemos su necesidad de explorar y descubrir por si mismo el mundo que le rodea.