Los efectos de una baja autoestima en la infancia

Se entiende por autoestima la imagen que tenemos de nosotros mismos. Esta actitud interior es la que nos hace avanzar hacia nuestros objetivos, la que nos impulsa a realizar nuevas tareas, es el recurso que tenemos para desarrollarnos. Que el niño desarrolle una visión positiva de si mismo se convierte así en algo imprescindible para que tenga un desarrollo adecuado.

La autoestima no es como las neuronas, no nacemos con una cantidad concreta.

Si es cierto que por herencia genética podremos estar predispuestos a tener una autoestima más alta o más baja, pero es algo que fundamentalmente se va a desarrollar a lo largo de la vida, especialmente en las edades más tempranas.


El entorno seguro como principio de autoestima para bebés


Un bebé querido, respetado, al que se hace caso, que se desenvuelve en un entorno seguro, va a tener una imagen positiva de si mismo porque es la que le transmiten los demás, especialmente sus padres. Si a un niño pequeño le dan besos, le hablan con cariño y le animan y refuerzan en sus pequeños logros de cada día, pensará que es bueno, que si le dan esa atención es porque lo merece. En cambio si lo tratan de forma distante, no valoran sus esfuerzos y no le muestran cariño pensará que no hace nada que valga la pena, que no merece ese cariño. A veces no es necesario hablarle mal o castigarle, una actitud distante puede ser suficiente.

¿Y qué pasa con los niños que no se sienten queridos y apoyados? Pueden reaccionar de varias maneras. Pueden convertirse en niños apáticos, sin interés por desarrollarse en un entorno que no les apoya, esto desemboca en adultos depresivos, con una percepción negativa de si mismos y falta de energía a la hora de enfrentarse a la vida. Otra posibilidad es que reaccionen con violencia y comportamientos negativos, ya que estas conductas si son tenidas en cuenta por sus padres. Aunque sea con castigos el niño siente que de alguna manera le hacen caso. Un niño agresivo va a tener problemas también en la escuela. Se le marca como problemático y entra en una espiral de la que es difícil salir y que le seguirá en su vida de adulta.


Las consecuencias de la baja autoestima


Las personas con baja autoestima tampoco van a ser niños o adultos que sepan entablar relaciones afectivas positivas. No tienen una buena imagen de si mismos, piensan que no valen tanto como el resto y por tanto se relacionan en términos de inferioridad o sumisión o todo lo contrario, escondiendo su inseguridad en conductas déspotas y violentas.

Aunque la familia va a ser la base sobre la que se van a poner los cimientos de la autoestima también va a tener un peso importante el grupo social. Como padres podemos hacer lo posible para que nuestro hijo tenga una autoestima positiva pero puede que de con un grupo que lo haga de menos, y comiencen actitudes como “no valgo nada”, “todo me sale mal” o “nadie me quiere”. Ante estas situaciones habrá que estar alerta e intentar minimizarlas. Si el niño o adolescente tiene una base sólida, estos momentos serán solo episodios por los que tendrá que pasar pero de los que saldrá más reforzado.