Convulsiones febriles en los bebés y niños

Muchos niños y bebés sufren convulsiones debidas a alguna enfermedad que cause con fiebre. La verdad es que son muy llamativas, por lo que las personas que estén presentes cuando las tienen se asustan mucho, si no saben que son usualmente inofensivas para los pequeños.

La convulsión febril es un trastorno de tipo neurológico que afecta sin avisar, y de manera temporal, a un niño con fiebre.

La mayor parte de veces, esta temperatura alta se debe a enfermedades tan normales como infecciones respiratorias, o intestinales.

Los síntomas de una convulsión se pueden confundir con los de un ataque de epilepsia, pero su origen no tiene nada que ver.

Es importante saber que una convulsión puede llegar a durar hasta 15 minutos sin que sea motivo de alarma para la salud del niño que la padece, aunque sus padres puedan asustarse porque la variación de la respiración le hará cambiar el color de su piel, que se volverá morada.


Cuándo ocurren las convulsiones


La mayor parte de las convulsiones se dan en niños de hasta 3 años, y cuando tienen fiebre de más de 38,5º. En realidad su origen no está en un alto grado de fiebre sino que se relaciona más con un incremento brusco de temperatura.

Este trastorno tiene carga genética, con lo que es más probable que la padezca el niño que tiene antecedentes familiares, y que se presente más frecuentemente en los pequeños que la han padecido por primera vez con fiebre inferior.


Qué sucede en una convulsión


Cuando un niño tiene una convulsión llora, se queja, y se mueve sin control, tensando los músculos de todo su cuerpo, y contrayéndolos sin parar. Esto provoca que tampoco pueda controlar sus movimientos, como el hablar, el caminar, o el orinarse.

Si dura mucho tiempo, la convulsión pierde intensidad en determinados momentos, para volver a recrudecerse. Al final, acabará sin que se le haga nada al niño, que puede acabar tan cansado que se duerma por inercia, lo que tampoco debe ser algo que preocupe a los padres.


Las consecuencias de las convulsiones


En la inmensa mayoría de las ocasiones, las convulsiones no representan ningún peligro para el niño que las padece. No causan daño de ningún tipo en el pequeño, ni a nivel mental ni del sistema nervioso, y mucho menos se las relaciona con problemas de aprendizaje, ni de inteligencia.

Lo primero que debe hacer el adulto que contemple una convulsión de un niño es mantener la calma, y esperar a que pase el ataque, vigilando que el pequeño no se dañe si se golpea con algún objeto de su alrededor.

Moverlo, o intentar sujetarlo no servirá de nada. Simplemente se recomienda tumbarlo en una superficie blanda, y boca arriba, para evitar que llegue a ahogarse. Tampoco se recomienda poner nada en la boca, ya que algunos padres piensan que les ayudará a respirar, pero puede causar daños en la boca o en la lengua.

Para bajar la fiebre no hay que aplicarle toallas húmedas ni bañarlo. Simplemente hay que quitarle la ropa y administrarle antipiréticos.

Si se quiere llevar al bebé a urgencias, hay que esperar a que se le acabe de pasar la convulsión y, aunque se quede dormido por el cansancio, llevarlo al centro médico más cercano.