Enfermedades del otoño

Somos seres sociales pero también vivimos en un medio ambiente que forma parte de nuestra esencia como seres humanos, por tanto es muy normal que ante los cambios naturales las personas reaccionemos de maneras determinadas. Los cambios estacionales son los momentos en que esta relación con la naturaleza queda más patente.

La astenia primaveral, la caída del pelo en otoño… son cambios físicos que nos afectan en mayor o menor medida.

Y en este sentido se habla también de las enfermedades de otoño, aquellas que llegan causadas por el cambio de estación y temperatura y ante las que nuestro organismo se encuentra más debilitado debido a esa adaptación que la naturaleza le exige.


Los bebés y niños son un grupo de población que notan mucho en su salud los cambios estacionales


Dentro de la población uno de los sectores que más acusan estas dolencias son los niños, su sistema inmunológico no es tan fuerte como el de los adultos y por tanto son más propensos a caer enfermos. Entre las enfermedades más habituales del otoño están las que tienen que ver con los cambios de temperatura, como son los resfriados. El frío suele llegar sin avisar y pilla al organismo desprevenido. En el caso de los niños además este momento suele coincidir con el inicio del curso escolar, y por tanto con un mayor contacto con sus compañeros, lo que incrementa el riesgo de contagio. Otra enfermedad típica del otoño relacionada con las vías respiratorias es la gripe, es precisamente este momento cuando comienzan las campañas de vacunación. El virus se contagia rápidamente y hay que extremar las precauciones. Otras dolencias como neumonías o bronquitis se manifiestan con mayor frecuencia en esta época del año.

Además de este tipo de enfermedades otro tipo de trastorno que se presenta en esta época es la depresión otoñal. El cambio de temperaturas, el frío, la humedad y la reducción de horas solares afecta a muchas personas y provoca que estén más tristes o melancólicas. Los niños son también muy sensibles a estos cambios y no debemos restarles importancia. Poco a poco se irán acostumbrando pero hay que saber que pueden estar más irritables, cansados o sensibles.


Prevención contra la gripe y resfriados


La prevención es lo único que nos puede ayudar a superar este tipo de enfermedades. Ante los resfriados y la gripe se debe incidir en la alimentación, aportando mayor protagonismo a los alimentos ricos en vitamina C, debe aumentar también el consumo de líquidos y hay que evitar exponer a los niños a grandes cambios de temperatura, recordando que tan malo es la falta de abrigo como el calor excesivo. La vacuna es otra de las medidas que mejores resultados da para evitar pasar por una gripe, y se deben extremar las medidas relacionadas con la higiene. Para el resto de trastornos es bueno acostumbrar a los niños a los nuevos horarios y respetar sus ritmos de descanso, incrementando las horas de sueño si es preciso. Pensemos que los más pequeños acaban de llegar a este mundo y hasta que no hayan pasado por varios otoños no van a ser capaces de llevar el cambio con normalidad.