Cuando se produzca una hemorragia, los padres deberán, ante todo, tranquilizar a los pequeños y, a continuación, seguir una serie de pasos para detener la pérdida de sangre. A pesar de que la más común es la hemorragia nasal, también pueden darse casos de sangrado por la boca, el oído o en otras partes del cuerpo.
En el caso de las hemorragias nasales, los motivos más frecuentes suelen ser los golpes, algunos tipos de alergias, la respiración de aire excesivamente seco e incluso, a veces, pueden provocarlas los propios niños, tras rascarse o introducir algún objeto por su orificio nasal.
De modo que, si se da el caso, lo primero será colocar al pequeño sentado con la cabeza hacia delante para permitir que la sangre salga y así poder controlarla. Es muy común cometer el error de poner la cabeza hacia atrás.