Cuando el cuerpo no produce o no utiliza bien la insulina, la glucosa que se obtiene de los alimentos y que es necesaria para suministrar de energía al organismo, se acumula sin control, no tiene la ayuda de la insulina para regularse y se produce un exceso que conlleva consecuencias como lesiones en los riñones, en los ojos, enfermedades cardiacas o derrames cerebrales.
Todo ello es muy peligroso para quien la padece, especialmente si hablamos de los más pequeños.
Lo primero de todo será detectar la enfermedad, un análisis de sangre será el método más preciso, esta prueba se realizará en el caso de que haya antecedentes familiares que hagan sospechar que el bebé pueda ser diabético. Pero hay casos en que la enfermedad no se detecta ya que no se realizan las pruebas por no considerarlo necesario, en este caso habrá que estar atento a los síntomas. Un indicador claro es la obesidad infantil, ese exceso de glucosa hace que el niño acumule grasa por lo que si no hay otras causas se pueden realizar las pruebas pertinentes.