Tic nervioso en la infancia: ¿cómo superarlo?

Movimientos involuntarios, repetitivos, bruscos y de corta duración. Los tics nerviosos afectan aproximadamente al 20 por cien de los niños. Conductas como guiñar los ojos, sacudir la cabeza, encoger los hombros, aclararse la garganta… se producen sin que el niño pueda hacer nada por evitarlo.

No se han establecido causas claras de su aparición, se han estudiado desde factores genéticos, hasta el exceso de sustancias químicas en el organismo o el funcionamiento defectuoso de una parte del cerebro.

En lo que si parecen estar de acuerdo los investigadores, es en las causas psicológicas. Los factores ambientales y de aprendizaje son determinantes en su desarrollo. Los tics involuntarios en niños se agravan en situaciones de estrés, ansiedad o irritabilidad, también cuando el niño está sometido a grandes emociones. En cambio, si está concentrado realizando alguna actividad disminuyen mucho y desaparecen cuando está durmiendo.


Es importante ignorar los tics y no prestarles atención


La mejor forma de actuar ante los tics es ignorándolos. Se han realizado estudios en los que se comprueba que si los padres no dan importancia a estos tics y lo contemplan como algo pasajero y normal en sus hijos, acaban desapareciendo solos sin dejar ninguna secuela. De hecho lo normal es que en la adolescencia ya no se den.

En cambio los padres que llaman la atención sobre el tic, para bien o para mal, solo consiguen que el niño sea más consciente del mismo, acaba pensando que le pasa algo, que no es normal. Esto crea más ansiedad y estrés y por tanto el tic se agrava y tarda más en desaparecer.

Debido a que el mejor tratamiento es la ignorancia, la visita al pediatra no sería muy recomendable pero hay ocasiones en que habrá que consultar. La consulta con el especialista se debería hacer en los casos en que el tic afecte a su vida cotidiana, a su rendimiento académico o a sus amistades. También si se producen movimientos que no son los habituales como la cabeza, la cara o los hombros. Si van acompañados de ecolalia (repetir lo que le dicen), alilalia (repetir sus palabras) o coprolalia (emitir palabras obscenas) se puede sospechar de un Síndrome de Tourette y es necesario el diagnóstico. Si su frecuencia o intensidad aumentan o duran más de un año, es recomendable visitar al pediatra.


En la mayoría de los casos no se precisa ningún tratamiento


En la mayoría de los casos no se precisa tratamiento, como se ha comentado remiten de forma espontánea. En caso de precisar ayuda médica se puede optar por la medicación, aunque esta no actúa sobre las causas, solo sobre las consecuencias. Son muy útiles los métodos psicológicos, especialmente los que tienen que ver con el autocontrol, se llevan a cabo procedimientos para cambiar el hábito. Son complejos y requieren mucho esfuerzo por parte del niño.

Si comprobamos que el tic no afecta al desarrollo normal del niño no será necesario preocuparse, dejándolo pasar acabará remitiendo por si mismo en la mayoría de casos. Cuando se detecte alguna alteración más profunda el diagnóstico temprano ofrecerá las pautas de actuación.